Anuario 2015: nuevos polos para desarrollar el Sur
Las Zonas Económicas Especiales, que buscarán atraer inversiones y generar empleos de calidad, estarán asentadas en torno de dos puertos del océano Pacífico y un corredor transmarítimo.

Este año el gobierno federal se dio a la tarea de hacer una análisis sobre la economía nacional y
uno de los puntos relevantes reveló la disparidad del desarrollo económico entre las regiones,
sobre todo en el sur del país, y la necesidad de buscar un mayor equilibrio en el ritmo de
crecimiento para las áreas económicas en las diferentes zonas de México.
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Con base en ese diagnóstico, el 6 de julio pasado el presidente Enrique Peña Nieto anunció la
creación de tres Zonas Económicas Especiales (ZEE), entre cuyos objetivos estratégicos está la
atracción de inversiones y la generación de empleos de calidad, que aceleren el desarrollo
económico en el sur del país, el cual ha estado rezagado desde hace décadas del crecimiento
industrial que se registra en el centro y norte del territorio nacional.
Estas zonas estarán ubicadas en Puerto Madero, Chiapas, Lázaro Cárdenas, Michoacán y en el
corredor transístmico que va de Coatzacoalcos, Veracruz, a Salina Cruz, Oaxaca, las cuales
contarán con beneficios fiscales y laborales para las empresas que allí se instalen, un régimen
aduanero especial, marco regulatorio ágil, infraestructura de primer nivel, programas de apoyo en capital humano, financiamiento e innovación, y otros estímulos y condiciones preferenciales , de acuerdo con la iniciativa presentada al Legislativo el 29 de septiembre por el titular del Ejecutivo Federal.
Los lugares elegidos para la instalación de las Zonas Económicas Especiales tienen una vocación
económica definida, pero recibirán el impulso federal para que logren la diversificación y de esa
manera hacerlos más atractivos a la iniciativa privada.
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Por ejemplo, la actividad económica predominante en Puerto Chiapas es la exportación
agroalimentaria y se busca potencializar; en Lázaro Cárdenas predomina el movimiento de
minerales y vehículos, y en el Istmo las actividades energéticas y petroleras.
Las tres ZEE estarán asentadas en torno a cuatro puertos, cada una de las cuales abarcará una
superficie de 500 hectáreas, pero su influencia directa podría expandirse hasta 1,000 hectáreas a
la redonda, aseguró el titular de Banobras, Abraham Zamora.
En los puertos y la zona transístmica están detectadas 8,562 hectáreas; algunos son terrenos
federales, y de ser necesario se realizarán expropiaciones, ya que se busca que el gobierno sea
dueño de la tierra y que sea territorio federal.
La operación de las ZEE será la de un ecosistema económico en el que confluirán dos autoridades:
la Administración Portuaria Integral existente y la figura de un administrador de la zona que se
designará en el primer semestre del próximo año, mediante licitación pública, como si fuera un
grupo aeroportuario.
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De acuerdo con el titular de Banobras, cuando llegue el administrador integral, él será el
encargado de hacer el plan maestro específico del área industrial , donde se realizarán inversiones en infraestructura y se buscará atraer a empresas, pero también será el responsable en caso de que una zona no funcione, por lo que podrá ser sancionado y la concesión será retirada.
Las Zonas Económicas Especiales, además de que serán regidas por una ley, cuentan con el
respaldo y compromiso de los gobiernos municipales, estatales y congresos locales, lo que de
entrada garantiza su permanencia, seguimiento y ejecución.
Finalmente, el Congreso de la Unión, a través de la Cámara de Diputados, aprobó el pasado 14 de
diciembre la legislación que sentó las bases para la creación de las ZEE, y se espera que en los
primeros meses del año entrante cada una de las tres zonas sea anunciada formalmente por el
presidente Enrique Peña Nieto.
El plan de trabajo implica que durante el próximo semestre serán licitadas las figuras de
administrador para cada una de las ZEE creadas por el gobierno federal.
A partir del próximo año y durante el 2017 se diseñarán los planes de infraestructura y se
realizarán las primeras obras en campo, con el fin de que en el 2018 ya estén llegando e incluso
operando las primeras inversiones o empresas ancla.
milen.merida@eleconomista.mx