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Testimonio del coronavirus: Lo que necesitamos es que la normalidad regrese
Su negocio familiar ha tenido que congelar mercancía porque bajaron las ventas y como medida de prevención ante un posible paro de actividades en la Central de Abastos y para tener qué vender “cuando se pueda”. No son tiempos para endeudarse, aun con el gobierno, dice.
María de los Ángeles Pérez, propietaria de un negocio de pescados y mariscos
Hasta la última semana de marzo, el puesto de pescados y mariscos de la familia Chávez Pérez en mercados sobre ruedas de las delegaciones Miguel Hidalgo y Álvaro Obregón de la Ciudad de México lucía rodeado de comensales, sentados frente a la colección de botellas de salsas y la vitrina custodiada por una fila de refrescos de Jarritos. Ahora sólo venden “para llevar”, pues así lo disputo la autoridad como una de las medidas de distanciamiento social para enfrentar la pandemia del coronavirus, ese que se propaga en la ciudad aceleradamente.
Es fácil identificar el negocio que funciona desde hace 14 años: huele a pescado recién frito y se escucha el murmullo de los filetes nadando en el aceite.
Ahí está la señora María de los Ángeles Pérez, su esposo, don Cirilo Chávez, al quien allí conocen como “El Chino” y él a todos como “Pápi”.
Junto con su hijo Juan Carlos, y en ocasiones la pequeña Jimena, son la fuerza que mueve este negocio que, al igual que todos los de los mercados de la ciudad, comienzan a resentir los efectos de la crisis económica que viene pegada a la pandemia.
Las dos emergencias, la sanitaria y la económica han ido llegando de apoco, primero como amenaza, luego como lo es el Covid-19, una gripa que inicia como un resfriado y escala hasta donde lo permitan las defensas
Cuenta la señora Ángeles, que hasta que fue declarada la emergencia sanitaria el negocio marchaba bien. Había sido un buen comienzo de año. Pero, a partir de que las autoridades recomendaron medidas de aislamiento social, la afluencia a los mercados sobre ruedas comenzó a bajar. Desde la semana pasada ya sólo se despacha “para llevar”.
El problema fue que, mientras bajaban las ventas, el precio del pescado, se incrementó.
De finales de febrero, cuando se detectó el primer caso de Covid–19 en el país, a la fecha, las ventas en el negocio fueron bajando escalonadamente hasta llegar a 40 o 50%.
Las primeras señales de la merma en las ventas ocurrieron en los mercados que se instala en la colonia La Primera Victoria, a unas cuadras de la alcaldía Álvaro Obregón y el de Observatorio, de los cuales son parte.
Los efectos de inmediato se resintieron en los pedidos. Dejaron de solicitar las mojarras fritas, los caldos de camarón y los camarones capeados, al mojo de ajo y a la diabla. De repente, los clientes han preferido el filete, las quesadillas, empanadas y (dicho sea de paso, los deliciosos) espinazos de sierra, enharinados y dorados en un perol de aceite hasta el tope.
Ante la baja en las ventas, la primera reacción, obligada fue comprar menos. Dice doña Ángeles que en estos momentos están comprando la mitad de producto de lo que adquirían en febrero.
Otra medida fue mantener congelado parte del inventario y sólo mover lo que pueda salir para ir sacando los gastos.
Incluso, han tenido que tomar sur precauciones. Procuran ir guardando pescado congelado por si, en una de esas, en la Central de Abastos paran actividades. La idea es tener qué salir a vender mientras se pueda.
Además, de esa forma se protege para tener mercancía para retornar el negocio en caso de que, en cualquier momento las autoridades, a través de sus dirigentes, les indiquen que no pueden salir a vender o, bien estar preparados para el regreso en caso de unos días de paro.
Pese a la contracción de las ventas, la señora Ángeles dice que su mayor preocupación es que ella, su familia, la gente contraiga la enfermedad. Su argumento, sencillo: “lo demás va y viene”.
Desde el puesto la señora tiene un buen termómetro de la pandemia. Considera que, en general, la gente sigue incrédula de la posibilidad de contagiarse, aunque varía de una colonia a otra.
Por ejemplo, en el caso de las personas de Observatorio, en las inmediaciones del hospital Inglés y en general en la delegación Miguel Hidalgo (donde se concentra la mayor parte de los casos confirmados de la ciudad) la gente está “más temerosa” que la de Álvaro Obregón, donde los comentarios son en el sentido de que “esto es pasajero”, “que el gobierno nunca dice la verdad”, hasta los que creen que “es para desestabilizar al gobierno”.
Lo cierto, dice, como va avanzando el tiempo la gente está tomando más conciencia de que puede haber contagio. Ahora se cuidan más. Ya no salen los adultos mayores y las familias nos salen completas como antes.
Recuerda que, en su caso, las medidas de prevención no les fueron extrañas, pues por estar en el giro de alimentos, de por sí tienen que usar cofia o red para el cabello, tapa bocas, gel y medidas sanitarias para ellos y para el cliente.
Eso sí, los dirigentes se han vuelto más enérgicos y les han pedido ser más rigurosos al tomar medidas de higiene en el manejo de los alimentos.
Hasta el momento no les han pedido parar actividades, pero “por lo que se escucha en las noticias” piensa que, cuando entre la etapa tres de la contingencia, seguramente parará todo, porque hasta ahora sólo permiten vender a los que comercian con productos de la canasta básica y alimentos. Ya pararon los que venden la ropa productos del hogar, accesorios.
Al preguntarle qué es lo que necesita su negocio para enfrentar esta contingencia, dice que todo vuelva a la normalidad y destaca lo arriesgado que es tomar un crédito de esos que, según, ofrece el gobierno porque es trasladar un problema hacia adelante, simplemente porque es deuda y los tiempos no están para endrogarse.
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Por su negocio prácticamente todos los días está en contacto con personas de diferentes colonias.
Para la señora Ángeles, aun en esta situación difícil, lo que destaca es la salud de ella y de sus clientes.
Lo cierto, dice, como va avanzando el tiempo la gente está tomando más conciencia de que puede haber contagio. Ahora se cuidan más ya no salen los adultos mayores y las familias nos salen completas como antes.
Hasta el momento no les han pedido parar actividades, pero por lo que se escucha en las noticias. Piensan que cuando entre la etapa tres de la contingencia, porque hasta ahora sólo canasta básica y alimentos. Ya pararon los que venden la ropa productos del hogar, accesorios.
Dijo que con el actual nivel de ventas su negocio podría mantenerse y salir con los gastos.
Dijo que parando total. Máximo cuatro meses podrían.
Dijo que en estos momentos el mayor temor es a contraer la enfermedad, porque mientras tienes salud lo demás va y viene y cando habla de salud enfatiza la de los suyos y la de gente en general.
Dio que están temerosos de que les cierren su fuente de trabajo, y le preocupa las señales que vienen del gobierno por falta de claridad.
Al preguntarle qué es lo que necesita su negocio para enfrentar esta contingencia, refiere que todo vuelta a la normalidad y destaca lo arriesgado que es tomar un crédito porque es trasladar un problema hacia adelante, simplemente porque es deuda.