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El "jugador ausente": 3 de cada 10 gamers en México son padres, pero casi ninguno juega con sus hijos
Mientras el 58% de los niños mexicanos sueña con compartir una partida con sus papás, solo el 6.19% de los adultos logra cruzar la frontera digital para jugar con ellos. La brecha entre el deseo infantil y la realidad adulta redefine la Navidad.

Ecosistema gamer
En la lista de deseos para esta Navidad, el hardware ya no es el rey absoluto. Según el estudio más reciente de la Entertainment Software Association (ESA), el 43% de los menores de entre 5 y 17 años prefiere recibir dinero para gastar dentro de sus videojuegos favoritos antes que una consola nueva o un juego físico. Sin embargo, hay un "regalo" que no se compra con tarjetas de prepago: el 58% de los niños desea, por encima de todo, jugar más videojuegos con sus padres.
Esta cifra contrasta drásticamente con la realidad del ecosistema gamer en México. Datos de la agencia Cheil México revelan que, aunque 3 de cada 10 gamers en el país ya son padres de familia, el gaming sigue siendo una isla solitaria. Solo el 12.37% de estos adultos percibe el juego como una actividad familiar y un alarmante 6.19% se sienta realmente a jugar con sus hijos.
Refugio del adulto vs. el patio de recreo del niño
¿Por qué si los padres ya son gamers no comparten el control con sus hijos? La respuesta parece residir en la motivación. En México, el 58% de los jugadores se definen como "casuales" y dedican un promedio de dos horas diarias a la pantalla con un objetivo claro: la desconexión.
Para el adulto, el videojuego es una válvula de escape del estrés laboral y la rutina; una pausa personal que difícilmente se quiere transformar en una dinámica de enseñanza o supervisión que exige paciencia y energía extra.
Por el contrario, para los niños, el gaming es pertenencia y validación. Para ellos, la moneda in-game no es un gasto superfluo, sino la llave de acceso a mundos donde ocurren las interacciones sociales más importantes de su día a día. Al pedir que sus padres se unan, no buscan solo entretenimiento, sino ser vistos y validados en su propio terreno.
Brecha generacional y el rol de las madres
El estudio de Cheil también arroja que son las mujeres quienes muestran una mayor apertura para incluir a sus hijos en sus sesiones de juego. Al abordar el gaming desde una perspectiva de bienestar emocional y no solo como rendimiento o competencia, las madres mexicanas están logrando transformar la pantalla en un ritual compartido, libre de la presión de "ganar".
Por otro lado, la mayoría de los jugadores en México (59.4%) prefiere jugar solo o con pares de su misma edad. Esta tendencia refuerza una convivencia horizontal (entre amigos) pero dificulta la vertical (entre padres e hijos), dejando el deseo de los más pequeños en un "visto" digital.
Del control a la conexión
Para los padres, el gaming suele estar asociado a conceptos de responsabilidad: vigilar las clasificaciones por edad, gestionar los gastos (que se estiman en un promedio de USD $736.83 para esta temporada) y aplicar controles parentales. Si bien la seguridad es vital, el mercado y la psicología infantil sugieren que falta un paso: la transición del control a la conexión.
La oportunidad para marcas e industria está en cerrar esa brecha y transformar el gaming en una experiencia familiar accesible, segura y emocionalmente significativa, donde el acceso no compita con el vínculo, sino que lo fortalezca.



