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Política

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El pragmatismo de Sheinbaum ante las presiones de Trump

Las tensiones comerciales con Estados Unidos ponen de relieve la extrema dependencia del modelo económico mexicano respecto a la primera potencia económica mundial.

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La presidenta de México busca apaciguar a su tumultuoso vecino del norte, del que depende en gran medida la economía mexicana. Foto: AFPAFP

Las tensiones comerciales con Estados Unidos ponen de relieve la extrema dependencia del modelo económico mexicano respecto a la primera potencia económica mundial.

Bajo la administración Biden, las perspectivas para México en términos de comercio e inversiones eran positivas gracias a medidas como la Ley de Reducción de la Inflación y al crecimiento del nearshoring (la deslocalización cercana) en el marco de la reconfiguración de las cadenas de valor. No obstante, estas altas expectativas han quedado en tela de juicio desde la reelección de Donald Trump.

Para el Gobierno mexicano, este contexto añade un grado adicional de complejidad a una situación marcada por un crecimiento económico lento, el declive del sector petrolero, las restricciones que pesan sobre las finanzas públicas y los diversos obstáculos al desarrollo socioeconómico y a la transición energética. Sin embargo, México ya no presenta las fragilidades macroeconómicas de las décadas de 1980-1990, que generaron en 1994 la crisis de la balanza de pagos.

México, primer proveedor de Estados Unidos

Desplegado desde los años 1960, el modelo de las maquiladoras –esas fábricas situadas en la frontera norte de México (pero también en el centro del país) que producen bienes para la exportación– ha estructurado un ecosistema transfronterizo que da empleo a unos tres millones de mexicanos y beneficia a miles de empresas estadounidenses.

México ha aprovechado al máximo las ventajas competitivas basadas en su privilegiada posición geográfica, el bajo coste de la mano de obra y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN desde 1994 y T-MEC desde 2020). Se han logrado economías de escala en algunos sectores, como el automovilístico, el electrónico y el aeronáutico.

Según la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), México ocupaba en 2023 el noveno lugar en términos de contribución al valor añadido manufacturero mundial (1.8%). Casi el 80% de sus exportaciones de manufacturas son productos de tecnología media y alta. En este ámbito, México ocupa el cuarto lugar mundial, por detrás de Taiwán, Filipinas y Japón.

Sin embargo, la producción local consiste principalmente en cadenas de montaje de productos acabados o semiacabados. Por lo tanto, el valor añadido interno integrado en las exportaciones se estima en solo el 9% de las exportaciones totales de México en 2020, según la base de datos TiVA (Trade in Value Added o Comercio en Valor Añadido) de la OCDE.

Aprovechando las tensiones comerciales existentes entre Washington y Pekín desde 2018, México se convirtió en 2023 en el primer proveedor de Estados Unidos. Ante la tormenta comercial mundial desatada desde principios de 2025, los ingresos por las exportaciones mexicanas a Estados Unidos han mostrado hasta ahora una buena resistencia.

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Evolución del superávit comercial bilateral de China y México con los Estados Unidos entre 2000 y 2024 (en miles de millones de dólares). Evolución de la cuota de mercado de China y México en las importaciones estadounidenses entre 2000 y 2024 (en %). Oficina del Censo del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, FMI (DOTS), cálculos proporcionados por el autor, Fourni par l'auteur.

La cuota de mercado de México alcanzó un máximo del 15.5% en 2024, frente al 13.5% de China (esta última era del 21.6% en 2017). La cuota de las exportaciones mexicanas con destino a Estados Unidos creció del 79.5% en 2018 al 83.1% en 2024, principalmente de productos manufacturados o semiacabados, aunque también hay productos agrícolas y petróleo crudo.

Particularmente criticado por Donald Trump, el superávit comercial bilateral en bienes con Estados Unidos ha aumentado continuamente desde 2009 hasta alcanzar los 247,000 millones de dólares (210,000 millones de euros) en 2024, ocupando el segundo lugar mundial detrás de China (360,000 millones de dólares).

Garantizar la continuidad del T-MEC

El acuerdo de cooperación en materia de seguridad firmado el 4 de septiembre de 2025 entre México y Estados Unidos parece ser un éxito de la capacidad negociadora de la presidenta Claudia Sheinbaum.

Este acuerdo es consecuencia del anuncio realizado en febrero sobre el despliegue de 10,000 militares mexicanos en la frontera y a la extradición de 55 narcotraficantes a Estados Unidos durante los primeros ocho meses del año.

Las autoridades mexicanas tienen la mirada puesta en la revisión del Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC), prevista para julio de 2026, y cuentan con que la postura de la administración Trump sea menos radical y más pragmática que hasta ahora.

El tipo medio de los aranceles aduaneros pagados por México en septiembre de 2025 fue de un 4.72% (frente al 0.22% en septiembre del año anterior). En 2025, el arancel medio aplicado por Estados Unidos a nivel mundial sería del 11% (frente al 2% en 2024) y del 40% sobre las importaciones chinas (frente al 10% en 2024).

Según el Ministerio de Hacienda de México, a mediados de 2025, el 81% de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos cumplían con el T-MEC y habrían entrado en el territorio sin aranceles, frente a apenas el 50% en 2024. Este aumento se explica, en particular, por los esfuerzos realizados en materia de trazabilidad.

Además, México busca diversificar sus socios comerciales. El país es signatario de otros 14 acuerdos de libre comercio con unos 50 países, sin contar el nuevo Acuerdo Global Modernizado con la UE, celebrado el 17 de enero de 2025, que se encuentra en proceso de ratificación.

La administración Sheinbaum también pretende reforzar las relaciones comerciales con los países de la región. Un ejemplo es el acuerdo con Brasil, renovado el pasado mes de agosto, que involucra al sector agrícola y al de los biocombustibles.

Paralelamente, se impondrán aranceles aduaneros del 10 al 50% a determinados productos importados a México, en particular los procedentes de países con los que no tiene acuerdos de libre comercio. Los productos procedentes de China y otros países sin este tipo de tratados se gravarán con un impuesto de hasta el 50% con el fin de proteger el empleo en sectores sensibles.

En respuesta, China ha anunciado represalias económicas contra México, que se ha convertido en un importante socio comercial en los últimos diez años, especialmente en el sector del automóvil.

Seguir siendo atractivo para los inversores

El atractivo de México para los inversores extranjeros podría verse comprometido por la política proteccionista de la administración Trump, que ha provocado la actitud expectante de algunas empresas y una posible revisión de su estrategia de nearshoring hacia Estados Unidos u otros países.

En 2024, México recibió un nivel récord de inversión extranjera directa (IED) desde 2013 (44,000 millones de dólares, o 37,000 millones de euros, lo que representa el 2.4 % del PIB), convirtiéndose en el noveno receptor mundial y el segundo entre los países emergentes, por detrás de Brasil y por delante de India, Indonesia, Vietnam y, sobre todo, China, cuyos flujos de IED se han desplomado.

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Flujos entrantes de IED de México, Brasil, Indonesia, Vietnam, India y China entre 2000 y 2024 (en miles de millones de dólares). FMI (DOTS), cálculos proporcionados por el autor, Fourni par l'auteur.

Desde 2018, la mayor parte de la IED entrante en México proviene de Estados Unidos. Pero el saldo total sigue estando dominado por las empresas europeas (54%), por delante de las empresas estadounidenses o que han invertido desde Estados Unidos (32%), mientras que los inversores chinos solo representan el 1% de la IED instalada.

Si bien los flujos totales de IED se mantuvieron muy dinámicos en el primer semestre de 2025 (+2 % con respecto a 2024), disminuyeron en el sector manufacturero. Desde la reelección de Donald Trump y la adopción de la reforma judicial mexicana, se han cancelado, suspendido o aplazado proyectos de inversión.

Según el Consejo Coordinador Empresarial, un organismo autónomo que representa a las empresas mexicanas, más de 60,000 millones de dólares (50,900 millones de euros) en inversiones estarían actualmente congelados.

Las autoridades chinas, por ejemplo, habrían denegado al fabricante BYD la autorización para implantar una fábrica de automóviles en México con 10,000 puestos de trabajo en juego.

Mantener unas cuentas externas sólidas

El contexto internacional no suscita, en este momento, una gran preocupación por el riesgo de desviación de las cuentas externas mexicanas a corto o medio plazo.

El déficit de la balanza por cuenta corriente es estructuralmente moderado (-0.9% del PIB de media en 10 años y -0.3% del PIB en 2024) y está cubierto por los flujos netos de IED (2.1% del PIB de media en 10 años). Las reservas de divisas son cómodas y el Banco Central no interviene en los mercados de divisas, dejando que el peso flote libremente. La deuda externa también es moderada (36% del PIB).

La cuenta corriente se ha beneficiado de los ingresos récord del turismo (33,000 millones de dólares, o 28,000 millones de euros, es decir, el 1.8 % del PIB en 2024), lo que ha reducido el déficit de la balanza de servicios y, sobre todo, de las remesas, es decir, las transferencias de dinero de la diáspora (64,000 millones de dólares, o 54,000 millones de euros, es decir, el 3.5 % del PIB en 2024).

Pero estas remesas, procedentes en un 97% de Estados Unidos, cayeron un 6% en el primer semestre de 2025 con respecto al primer semestre de 2024. Será importante seguir su evolución, dado su papel de apoyo al poder adquisitivo de muchas familias mexicanas. Los envíos que no se realizan mediante transferencias bancarias, equivalentes a tres cuartas partes del total, estarán sujetos a un impuesto por parte de Estados Unidos a partir de enero de 2026.

Por otra parte, la estructura de su comercio exterior explica las dificultades de México para generar superávits comerciales sostenibles (excluyendo el periodo de la covid), con un déficit en la balanza comercial de bienes del 0.4% del PIB de media en 10 años.

De hecho, en el marco de la integración industrial norteamericana, las importaciones mexicanas de bienes intermedios han representado nada menos que el 77% de las importaciones totales desde 2010. Esto ha provocado una fuerte correlación entre la dinámica de las importaciones y la de las exportaciones y ha limitado el valor añadido neto local.

Al mismo tiempo, la balanza energética de México es deficitaria desde 2015 (-1.2 % del PIB), debido a la disminución de la producción de petróleo y a la dependencia de los productos refinados procedentes de Estados Unidos.

El saldo de la balanza por cuenta corriente también se ve afectado por el importante déficit de la balanza de ingresos primarios (-2.7 % del PIB en 10 años). Este hecho se relaciona con la repatriación de beneficios y dividendos de las numerosas empresas extranjeras establecidas en el territorio.

Tomar las riendas de su destino económico

En definitiva, las tensiones con Estados Unidos plantean interrogantes sobre el modelo económico mexicano.

México, un país emergente, ha visto cómo su crecimiento económico se estancaba al nivel medio de los países desarrollados en los últimos veinte años (1.7%), lo que lo sitúa entre los diez países emergentes y en desarrollo menos dinámicos. El nivel y la volatilidad del crecimiento ilustran los límites que impone la vinculación al mercado estadounidense. También refleja la ausencia de potentes palancas de crecimiento endógenas (consumo, inversión pública y privada, financiación de la economía por parte de los bancos).

Preservar las ventajas de su posición geoeconómica, diversificar sus mercados de exportación y volver más autónomo su modelo de crecimiento mediante el refuerzo de la demanda interna son sus principales retos económicos para los próximos años. Para responder a ellos será necesario llevar a cabo reformas eternamente pospuestas, en particular en materia fiscal y energética, de gobernanza pública y de entorno empresarial.

Las orientaciones de las políticas económicas serán cruciales para preservar las finanzas públicas y, al mismo tiempo, responder a las importantes necesidades en materia de gasto social, pensiones e infraestructuras, con el fin de liberar el potencial de crecimiento y garantizar la estabilidad macrofinanciera, el desarrollo socioeconómico y la transición energética del país.

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