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Agrietamiento silencioso, la nueva fractura emocional que crece en las empresas
Mientras las empresas cierran el año enfocadas en metas y resultados, en su interior avanza una fractura emocional que no aparece en los KPIs. El agrietamiento silencioso revela cómo la productividad puede sostenerse, pero a costa del bienestar.

Foto: Shutterstock
Al cierre del año, mientras las empresas aceleran sus metas y se intensifican los cierres administrativos, financieros y operativos, en muchas organizaciones mexicanas está ocurriendo un fenómeno silencioso que no aparece en los reportes de productividad, pero que está afectando profundamente el clima laboral: el agrietamiento silencioso, conocido internacionalmente como quiet cracking.
Después de tendencias como la renuncia silenciosa (quiet quitting) y el despido silencioso (quiet firing), este nuevo concepto describe a colaboradores que siguen entregando resultados —a veces incluso por encima del promedio— pero que internamente están acumulando estrés, desmotivación, agotamiento físico y emocional, y una sensación persistente de ruptura interna que puede estallar en cualquier momento.
A diferencia de quienes renuncian en silencio reduciendo su esfuerzo o quienes son excluidos progresivamente de oportunidades, el agrietamiento silencioso es más difícil de detectar: se esconde detrás del colaborador “cumplido”, “resistente” y “autónomo”, aquel que nunca se queja, pero que vive al límite.
Según Gallup, casi la mitad de la fuerza laboral global ya muestra señales de esta crisis, lo que genera pérdidas por 438,000 millones de dólares anuales en productividad.
Y México no es la excepción.
Un México cansado: la mitad trabaja sin motivación
Los últimos datos de Gallup y encuestas nacionales como OCC e Indeed muestran una tendencia preocupante:
- Solo 54% de las personas en México declara estar satisfecha con su empleo, lo que significa que casi la mitad se levanta cada día sin motivación suficiente para trabajar.
- La OIT advierte que México está entre los países de la OCDE con mayor número de horas trabajadas al año, pero con bajos niveles de bienestar emocional, un terreno fértil para el agotamiento silencioso.
- El IMSS ha reportado incrementos en incapacidades relacionadas con trastornos de ansiedad y estrés laboral, y organismos como el Inegi señalan que el 27% de los trabajadores siente que su carga emocional ha aumentado en los últimos años.
Este escenario coincide con un cierre de año particularmente tenso: metas acumuladas, presión por resultados trimestrales, menor disponibilidad de vacaciones y un contexto económico demandante. Todo esto se combina para formar un caldo de cultivo donde el agrietamiento silencioso se multiplica.
¿Qué es exactamente el agrietamiento silencioso?
El término, difundido recientemente por Hogan Assessments, describe un estado en el que el trabajador no ha bajado su rendimiento, pero sí su bienestar emocional.
En este fenómeno, la productividad se mantiene, pero a costa de:
- La energía personal
- La motivación
- La salud mental
- La conexión con el propósito del trabajo
- La participación en el equipo
Es un modelo laboral emocionalmente insostenible.
El Dr. Ryne Sherman, Director de Ciencia de Hogan, advierte que “un empleado puede seguir entregando resultados mientras ya está emocionalmente agotado y desconectado. Detectar ese desequilibrio es clave para actuar a tiempo”.
En México, donde muchas culturas laborales valoran “aguantar”, “ser fuerte” y “no fallar”, el fenómeno puede permanecer oculto durante meses, hasta que aparece el quiebre: renuncias inesperadas, crisis de ansiedad, incapacidades médicas o un desplome en la motivación.
Los síntomas que las empresas suelen pasar por alto
Aunque no siempre se expresan de manera abierta, los signos del agrietamiento silencioso son visibles cuando sabemos dónde mirar:
- Incremento de ansiedad o irritabilidad
- Pérdida de entusiasmo por proyectos
- Fatiga física constante, insomnio o dolores recurrentes
- Distanciamiento emocional del equipo
- Mayor rigidez o dificultad para manejar cambios
- Impulso por “hacer más” para no fallar, aun sin energía
Estas señales no siempre están asociadas a bajo rendimiento, lo que confunde a líderes y directivos: el empleado parece estar “bien”, pero internamente está en deterioro.
El agrietamiento silencioso no surgió de la nada. Es el resultado de una combinación de factores que se intensifican durante los cierres de año, pero que tienen raíces más profundas en el contexto laboral mexicano.
- Culturas laborales orientadas al sacrificio. México se caracteriza por jornadas largas, disponibilidad permanente y la expectativa de “entregar todo”, aun con recursos limitados.
- Liderazgos poco capacitados en habilidades socioemocionales. El 67% de los colaboradores mexicanos afirma que su jefe no sabe manejar el estrés del equipo, según encuestas de bienestar corporativo.
- Falta de claridad en el crecimiento profesional. Cuando un empleado no ve futuro dentro de la organización, su motivación cae, aunque siga cumpliendo con el trabajo.
- Alta rotación y sobrecarga para quienes se quedan. En sectores como retail, manufactura, call centers y servicios, la rotación supera el 30% anual, lo que deja a los equipos operando con menos manos y más presión.
- Ausencia de espacios seguros para hablar de salud mental. Según la Asociación Mexicana de Recursos Humanos, solo 2 de cada 10 empresas tienen canales formales de apoyo emocional o acompañamiento psicológico.
Cuando un empleado llega al punto de quiebre, las consecuencias pueden ser críticas:
- Pérdida de talento clave
- Incremento de incapacidades médicas
- Desarrollo de trastornos de ansiedad o burnout
- Rotación inesperada
- Caída drástica en innovación y colaboración
Gallup estima que si la fuerza laboral global estuviera plenamente comprometida, la economía mundial sumaría 9.6 billones de dólares adicionales al año.
¿Qué pueden hacer las empresas para evitar una fractura masiva en 2026?
El archivo compartido por Hogan Assessments propone cinco líneas de acción que resultan especialmente relevantes para México:
- Invertir en desarrollo profesional. Los empleados se quiebran cuando sienten estancamiento.
- Formar líderes empáticos. El estilo de liderazgo determina en gran parte si el colaborador prospera o se fractura.
- Alinear valores y motivadores. No todo desenganche es falta de talento; a veces es falta de coincidencia con la cultura.
- Medir de manera continua. El agrietamiento no aparece en KPIs, pero sí en encuestas de clima, evaluaciones de riesgo y conversaciones uno a uno.
- Crear espacios seguros de diálogo. Las personas están llegando al límite, pero muchas no tienen dónde decirlo.
En México, donde las relaciones laborales suelen ser cercanas pero poco formales, abrir espacios de conversación auténtica puede marcar la diferencia entre una renuncia inesperada y la retención del talento.
El agrietamiento silencioso es la fisura que se forma antes de que el muro caiga.
Las organizaciones mexicanas que quieran entrar al 2026 con equipos sólidos no pueden limitarse a medir productividad: necesitan escuchar, observar, acompañar y anticipar.
Un colaborador puede seguir entregando resultados, pero si internamente ya está roto, el riesgo para la empresa —y para su bienestar humano— es demasiado grande como para ignorarlo.
Detectarlo a tiempo no solo evita crisis; fortalece la cultura, mejora la retención y construye equipos verdaderamente sostenibles.
Porque el futuro del trabajo en México no se definirá por cuánto producimos, sino por cómo cuidamos a las personas que hacen posible esa productividad.

