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¿Nubes en el horizonte? La COP30 en la amazonia brasileña

Opinión
El año 2025 marca un punto clave, ya que se cumple una década de la firma del Acuerdo de París, el principal tratado internacional mediante el cual la comunidad internacional se compromete a sumar esfuerzos para hacer frente al cambio climático y limitar el aumento de la temperatura global entre 1.5 y máximo 2 grados centígrados para finales de siglo.
En este contexto, del 10 al 21 de noviembre, líderes mundiales y delegaciones de negociadores estarán teniendo cita en la COP30 en la ciudad de Belén, en el corazón de la Amazonia brasileña, para continuar dando forma a una serie de acuerdos por medio de los cuales se busca hacer frente al gran desafío de nuestro tiempo.
Tras años de extensas negociaciones, las expectativas alrededor de estas cumbres mundiales son cada vez más moderadas, e incluso poco optimistas. A poco más de un año de la victoria del Partido Republicano en las urnas, tanto en la presidencia como en el Congreso en Estados Unidos y de una agenda federal en aquel país caracterizada por un claro apoyo al despliegue de los combustibles fósiles y de la desregulación en materia ambiental, las nubes se oscurecen en el horizonte.
Ante la inminencia de haber sobrepasado ya el límite de los 1.5 grados de aumento de la temperatura global, esta será una COP centrada en la adaptación al cambio climático. En este aspecto, se busca al final de las sesiones de negociación poder tener un compendio de indicadores que permita no solo definir en qué rubros se debe priorizar la adaptación, sino además, facilitar los flujos de financiamiento hacia este tema, que han estado estancados por una década.
Brasil, como país anfitrión de esta cumbre, ha promovido la creación de un fondo de 125 mil millones de dólares para que países con bosques tropicales puedan preservar sus recursos forestales. Para este fondo, Brasil ha comprometido al menos mil millones de dólares y ha buscado países socios para que pueda iniciarse este fondo con por lo menos 25 mil millones de dólares, para posteriormente apalancar con capital privado.
Por su parte, los líderes de la Unión Europea han acordado reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en 90% hacia el año 2040 con respecto a los niveles de 1990. Un progreso significativo que no ha estado exento de discusiones entre países miembros de la Unión, por lo cual se ha permitido que hasta el 5% de este objetivo pueda ser cubierto con créditos de carbono adquiridos a terceros países que demuestren reducciones de emisiones.
México llega a esta COP una nueva versión de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), que contiene nuevos compromisos climáticos. Como principal avance, México establece por primera vez un tope a sus emisiones de gases de efecto invernadero para todos los sectores de la economía hacia el año 2035. En términos generales, se ha identificado que hay una mayor disposición en la actual administración con respecto a la anterior para el impulso a la agenda climática y de sostenibilidad, aunque existen todavía retos cuando se considera el impulso a los combustibles fósiles, así como los recortes del presupuesto federal para el sector ambiental.
En resumen, a una década de la firma del Acuerdo de París, el pronóstico para esta nueva COP en el corazón de la Amazonía es: cielo medio nublado en una buena parte del mundo, con previsiones de aumento de la temperatura a lo largo del siglo, pero posibilidades de un horizonte despejado si los avances nacionales lo permiten.