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Opinión

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Equilibrismo geoestratégico

Sergio Mota Marín

En toda la problemática que está representando la invasión de Rusia a Ucrania, la ONU se ha marginado a pesar de que la carta enviada establece claramente que sus principios son mantener la paz y la estabilidad internacionales y que las disputas deben resolverse por medios pacíficos.

La ausencia de soluciones pertinentes a los conflictos pone en peligro nuestro futuro común.

Por ello ha surgido un equilibrismo geoestratégico con la participación de líderes regionales. Un ejemplo es el protagonismo del presidente de Turquía Recep Erdogan. La relación de Rusia y Turquía se mantuvo sin variaciones mientras apoyaban a contendientes opuestos en los conflictos de Siria y Libia.

También mientras Rusia y Ucrania, con la participación de Erdogan, negociaban un importante acuerdo sobre cereales, la milicia ucraniana respondía a los ataques rusos con drones turcos. En el 2020 Turquía compró su sistema de defensa aérea ruso S-400 y ello no gustó a Estados Unidos.

Con la Unión Europea, a pesar de sus diferencias, Turquía es la que contiene a su vecindario y administra el operativo de apoyo a refugiados que tienen como destino a los países de la Unión Europea.

Turquía consideró inaceptable la invasión rusa a Ucrania, pero se opuso a las sanciones occidentales.

La invasión rusa puso de relieve un hecho: no hay una política energética conjunta que descanse en la seguridad estratégica. La transición de los países a cero emisiones de gases de efecto invernadero hacia el 2050 será desordenada o no se dará. Surge la pregunta ¿Cuál es la institución responsable de la seguridad energética?

Pero además la guerra de Putin ha sido un golpe severo a la confianza global en un momento en que la recuperación económica es muy débil y que marca una fuerte incertidumbre con presiones inflacionarias.

Si la apuesta de occidente es evitar la erosión de un orden internacional basado en reglas, tendrá que asimilar lo que ya ocurre con el equilibrismo geoestratégico que se observa en Asia y en Medio Oriente.

Una alianza importante es la que existe entre Rusia, China e Irán para apoyarse recíprocamente.

Por contra existe una relación conflictiva entre Estados Unidos y China, agudizada por las discrepancias sobre Taiwán.

Dice con ánimo pacifista, Rabat Arezki, de la Universidad de Harvard: “La creciente división geopolítica y económica entre Estados Unidos y China, debería impulsar un cambio de paradigma en el pensamiento económico. En particular, los economistas deberán reconsiderar su enfoque de temas como la ventaja comparativa, la integración del mercado y como promover la convergencia”.

smota@eleconomista.mx

Escritor y licenciado en economía, egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. De 1984 a 1990 fue embajador de México ante el Reino de Dinamarca, donde se le condecoró con la orden Dannebrog.

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