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¿Hacia dónde van las políticas pyme?
Las pymes son consideradas como un segmento potencial de clientes,por lo que en América Latina, se busca mejorar las políticas públicas en pro de este segmento, principalmente en áreas como financiamiento, asistencia técnica, capacitación e innovación tecnológica.
La última década vio el surgimiento de buena parte de las iniciativas públicas de apoyo para la pequeña y mediana empresa (pyme) de América Latina. Esta tendencia, ha coincidido con una renovada atención de entidades privadas, como las financieras, de tecnologías de la información, de comunicaciones, etcétera, que ven en esas empresas un segmento potencial de clientes.
Fue en este contexto que el pasado 12 y 13 de septiembre, y en el marco del IX Foro de la Microempresa, celebrado en la ciudad de Quito, Ecuador, FUNDES y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), organizaron el foro regional Políticas públicas para el desarrollo de las pequeñas empresas: desafíos y oportunidades. El objetivo fue promover el intercambio de experiencias y buenas prácticas entre un grupo de expertos de instituciones de fomento de América Latina y el Caribe, para mejorar la calidad de las políticas públicas en pro de las pequeñas empresas.
Del evento, se puede concluir que pocos países cuentan con políticas e instituciones consolidadas de fomento de las pequeñas empresas, como el SEBRAE en Brasil y el SERCOTEC en Chile, pues la mayoría han iniciado este tipo de esfuerzos en la década de los 90. De hecho se trata de un área naciente de la política pública en la cual los mecanismos de intercambio de información y buenas prácticas entre países son aún débiles.
Pero a pesar de lo reciente de las intervenciones, ya se ha acumulado cierta experiencia en programas de apoyo, principalmente en áreas como financiamiento, asistencia técnica, capacitación e innovación tecnológica.
En éstas se han experimentado distintos enfoques en cuanto a la provisión de los servicios tanto público, privado o mixto, así como las características de los servicios genéricos, a medida de cada empresa, los mecanismos de racionamiento en precios, tiempo o sector y la forma de financiamiento cobrando, donaciones, presupuesto público y endeudamiento internacional.
Sin embargo, toda esa experiencia es difícil de aprovechar para mejorar el diseño de nuevas intervenciones por dos razones principales. Primero, sólo una pequeña fracción de los programas son rigurosamente documentados y evaluados. Y segundo, no existen foros para que los responsables de la política mipyme intercambien sus experiencias.
A la ausencia de mecanismos para construir una memoria sobre lo que funciona y no funciona, se suma la elevada rotación de personal que caracteriza a buena parte de las instituciones de fomento, y que esta relacionada a los cambios gubernamentales que socavan la continuidad de las políticas. La combinación de estos problemas lleva a “reinventar la rueda” cada vez es que se inicia el diseño de un nuevo programa.
A los problemas anteriores también debe agregarse el de la falta de información actualizada del sector. En muchos países no se sabe cuantas empresas existen, cuantas nacen y mueren cada año, el nivel de capacitación, etcétera. Al no contar con esa información actualizada la probabilidad de error en el diseño de los programas aumenta sensiblemente, pues se corre el riesgo de atender los problemas equivocados o subestimar el nivel de esfuerzo requerido.
La política pyme de México, se perfila ya como una de las experiencias más notables en la región. De hecho varios países buscan su replicabilidad. Esta situación, evidencia una más de las conclusiones que de este evento pueden derivarse: las políticas tienden a universalizarse. No obstante, las diferencias entre los países, que al mismo tiempo marcan los retos en adelante, son la solidez institucional, la consolidación presupuestal y una mejor coordinación interinstitucional hacia el interior de los países.
*Gerente de Estudios y Competitividad
FUNDES México