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Arte e Ideas

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Preguntas incómodas

Estamos tan acostumbrados a los desplantes de nuestros políticos que se nos olvida que lo hacen escudados por el fuero. Los periodistas debemos poner la barra más alta.

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El jueves pasado, la sesión de la Cámara de Diputados fue suspendida por un puñado de legisladores que tomaron la tribuna para exhibir una lona difamando al Presidente de la República.

El acto fue condenado en forma casi unánime por los medios de comunicación, incluso por aquellos que suelen simpatizar con el diputado Fernández Noroña, uno de los impulsores de la lona.

El viernes por la mañana, en su noticiero radiofónico en MVS Radio, Carmen Aristegui cubrió el suceso y ofreció una serie de reflexiones que planteó en forma de pregunta abierta y petición formal. El lunes, la conductora fue despedida por MVS.

No voy a especular si me parece o no justificado el despido de Aristegui. Al final, MVS es una empresa privada, con sus propias políticas internas e intereses. Si fue efectivamente por violación a sus reglas, o por quedar bien con Los Pinos, a petición de estos o no, es un tanto irrelevante para la discusión. Vale más la pena analizar el segmento de 10 minutos donde, según los defensores de Aristegui, ella sólo preguntó inocentemente si lo que decía la lona era verdad.

Por dónde le entramos al asunto empezó Aristegui, y se refirió a la manta: Sobre algo que de ser cierto, tendría que ser analizado de otra manera .

A continuación Omar Aguilar, su reportero, hizo una crónica de la sesión, incluida una descripción detallada de la lona. Una lectura completa de su contenido. Un par de clips de audio de Noroña alegando que Calderón se robó la presidencia y es corrupto, etcétera. Mientras la imagen en TV era la lona a cuadro.

Hay que decir de una vez que no voy a repetir lo que alegaba la lona porque su contenido es claramente difamatorio, y la razón por la que la pusieron fue precisamente para hacerse eco en los medios. Es el mismo criterio que tendríamos que tener frente a las narcomantas.

Aristegui retoma la palabra para decir que es durísimo lo que se plantea. Después dice: No es la primera vez que se habla de este tema y se justifica se habla mucho en las redes sociales y No lo podemos corroborar. No hay información específica que nosotros dispongamos, para saber si efectivamente el presidente de la república tiene o no [ese] problema.

Esa es el problema. Aristegui parece olvidarse del periodismo más elemental: cuando un rumor no tiene corroboración, ni se posee información fuera del ruido en redes sociales , no deja de ser un rumor (o sea un chisme). Si realmente pensaba que el tema era serio, que merecía atención, que era de interés público saber más, debió haberlo investigado.

Ya he abordado en este espacio esa nefasta idea nacional de que todo mundo es culpable hasta que demuestre su inocencia. Particularmente en el ámbito mediático. Cuando se acusa a alguien, y no se tienen pruebas, no se pregunta si fulanito es culpable o no. Es tanto como señalarlo.

Aristegui dice que es un tema delicado . Si el tema era tan delicado, ¿no debería haber investigado un poquito si había más sustento que la difamación antes de darle credibilidad?

Aristegui no investigó. Disfraza su pregunta con una falsa delicadeza, alegando que las democracias del mundo exigen a sus gobernantes estudios médicos para ver cual es su condición para tomar decisiones en nombre del interés general. Dice que por eso, y por lo que ayer pasó y por el clima en las redes sociales, es que el tema merece una atención seria .

Pero nunca lo toma con seriedad. Hace la pregunta al aire y luego dice que Presidencia debería dar una respuesta clara y formal al respecto. En pocas palabras, que el acusado demuestre que es inocente.

Después se detiene un poco para decir (gran corazón el suyo) que no hay nada de malo en estar enfermo.

Por supuesto que es una comunicadora experimentada, y nunca afirma que el rumor sea verdad, sólo lo repite siete veces en 10 minutos con todas sus letras, reiterando su petición a Presidencia.

No sólo legitima el rumor, sino hace mal periodismo disfrazado de interés por el presidente, su salud y el país. ¿Quién debe ofrecer pruebas, el acusado o el acusador? Creo que sabemos la respuesta.

Estamos tan acostumbrados a los desplantes de nuestros políticos, insultando a sus rivales, y señalándolos como culpables de cualquier cosa, que se nos olvida que lo hacen escudados por el fuero y su impunidad. Los periodistas y los medios de comunicación debemos poner la barra más alta. Ahí coincido con la postura de José Carreño. Cuando se trata de la fama pública de alguien, de su prestigio, se deben tener y ofrecer pruebas antes de hacer señalamientos, sean en forma de pregunta o no. No finjamos inocencia.

No cabe duda, Aristegui pronto estará al aire en otra radiodifusora, y mientras tanto en su programa de CNN, y la pluralidad que muchos lamentan perdida se recuperará, por lo menos hasta que sea despedida de nuevo. ¿Caerá en cuenta la comunicadora que hay una gran diferencia entre hacer periodismo y vocería?

twitter @rgarciamainou

http://www.horaspedidas.com

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