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Opinión

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Quien más gana, más gasta (Última parte)

”Quien gana más, gasta más” fueron las palabras de mi jefe cuando recibí mi primer gran aumento. Su intención es que no me engolosinara y cuidara mi nivel de vida. Que no empezara a gastar de más y hasta endeudarme, que es lo que mucha gente hace cuando tiene un poder adquisitivo mayor: se le abren opciones que antes no tenía.

Es algo natural. De hecho todos hemos pensado alguna vez: “si ganara más, podría tener todas estas cosas”. Todo eso es cierto: uno quizá podría comprar una pantalla de última generación, un mejor celular o mejor auto, tener a los hijos en una mejor escuela, entre muchas otras cosas.

Esto último sí hice: puse a mi hija en la mejor escuela posible, lo cual a la postre fue un error. Era una escuela de ricos y yo distaba mucho de serlo. Las fiestas infantiles eran como una kermesse: en casas enormes o salones con jardín, juegos, música en vivo, puestos de comida, etc. Asistir a las juntas de los papás del salón tenía un costo, porque llevaban catering y servicio de meseros. Era un gran esfuerzo para nosotros ir, pero lo hacíamos. En dos años la terminamos cambiando a un colegio más normal y con gente un poco más como nosotros, pero también con una excelente enseñanza.

En fin. Volviendo a “si ganara más, podría tener todas estas cosas”, es una frase que vale la pena analizar. Significa que ya cuando la gente piensa en ganar más, en recibir un aumento, su mente ya está pensando en cómo se va a gastar ese dinero extra.

Nadie piensa en ahorrar o en cómo usarlo para construir eventualmente una libertad financiera. Se trata de disfrutar hoy sin importar lo que pueda pasar mañana. Algunos dirán que es un sentimiento muy humano y quizás tengan razón, pero también es un error.

En mi vida también he sido testigo de primera mano de personas, algunas cercanas, que tienen un ingreso muy elevado. Que ganan mucho más que yo. Pero que también tienen una gran cantidad de deudas y aunque no lo parezca por su estilo de vida, un patrimonio bastante menor al mío.

Hace algunos años mencioné el caso de un amigo, alto directivo, que perdió su trabajo y no pudo encontrar otro que le diera un nivel de ingreso similar. Su liquidación fue cuantiosa: varios millones de pesos dada su antigüedad, nivel salarial y varios otros incentivos como acciones de la empresa que le fueron liquidadas y hasta un plan privado de retiro.

Con lo que recibió, muchos mexicanos podrían vivir toda una vida. A él le duró menos de un año porque tenía deudas en tarjetas de crédito, se había comprometido a pagar una parte de la boda de su hija y el ritmo de vida de la familia demandaba también un nivel de gasto muy fuerte.

Quien gana más, gasta más. A veces mucho más y de manera desmedida simplemente por “pagar” un estilo de vida que al final les deja sin nada. Por eso es tan importante tener una planeación financiera sólida, que empieza por tener claridad en lo que es verdaderamente importante.

Recuerdo también el caso de una madre soltera argentina, que era directora general y representante en México de una pequeña empresa internacional. Cuando la conocí, para un coaching en finanzas personales, tenía más de un millón de pesos en deudas de corto plazo. Me llamó la atención porque cuando hicimos el cálculo, su patrimonio era negativo: debía más de lo que tenía (tenía pocos ahorros y su vivienda era rentada). Así de grave. Todo por darle a su hijo una vida de ensueño. Quizá no sea relevante, pero recuerdo también que lo que sí tenía eran cuatro pólizas de seguro de vida dotal que no necesitaba, una de ellas recientemente adquirida. Se dejó engatusar por un agente habilidoso.

Afortunadamente también he visto la otra cara de la moneda. He sido testigo de cómo gente muy humilde, con un ingreso que apenas les alcanza para sus necesidades básicas, ahorra aunque sea unas monedas para cuando haga falta.

El otro día una amiga me contó cómo su abuela, en una comunidad rural, tenía que lavar y coser ropa ajena para poder dar de comer a sus ocho hijos. Tenía un corral con animales de donde sacaban huevos y leche para consumo propio. Su esposo era arriero y estaba muchos meses fuera de casa. Tenía que administrar el mucho o poco dinero que le dejaba, para que le alcanzara hasta que él volviera con más. También criaba pollos: si no alcanzaba para comida, mataba uno para que sus hijos pudieran comer.

Detengámonos un poco para pensar acerca de esto: tenía que administrar el poco dinero que le dejaban durante varios meses. Si no le alcanzaba buscaba ingresos adicionales para sacar a su familia adelante (pero no pedía prestado). Había una cierta previsión básica (una forma de ahorro) al criar pollos que podía utilizar si ese día no había otra cosa qué comer. Su patrimonio era sin duda muy limitado, pero por lo menos positivo (superior a cero) al tener activos pero ninguna deuda.

La abuela de mi amiga, pobre, tenía un patrimonio superior al de la directora general muy endeudada a la que me referí antes. Vale la pena pensarlo.

contacto@planeatusfinanzas.com

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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