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Opinión

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La cebolla me hace llorar

Seguramente que usted recuerda aquella escena que Laura Esquivel hizo famosa en su libro Como agua para chocolate , y que más tarde llevaría a la pantalla grande, cuando la nieta de Tita, protagonizada en el cine por Arcelia Ramírez, se pone un trozo de cebolla en la cabeza para no llorar mientras la rebana.

Sinceramente yo nunca lo he intentado (para evitar apestarme a cebolla), aunque sí soy de las que llora cuando de vez en cuando rebano alguna.

Bueno, pero el caso es que las que sí han llorado durante todo este año son las amas de casa que tienen que pagar por un kilo de cebolla ¡entre 20 y 25 pesos!, cuando hace 12 meses pagaban menos de 10 pesos, claro, esto

depende del lugar donde se compre.

Y es que las amas de casa no entienden de ciclos agrícolas (que si los productores vendieron más, que si hubo más lluvia, que si hay acaparadores), sólo saben que tienen que desembolsar más dinero para completar el tercer ingrediente para hacer su salsa de pico de gallo.

Y ni qué hablar de preparar tinga o hígado encebollado, cuyo principal ingrediente es, precisamente, la cebolla, esos de plano no forman parte del menú.

Sin tener un efecto tan marcado como el de la gasolina en la inflación, que cuando incrementa su precio le pega a toda la cadena productiva, la cebolla, igual que el jitomate (que por cierto bajó de precio esta quincena) incide en el aumento general de los precios. Y le aseguro que en su casa, fonda o restaurante de confianza, han cambiado el menú –por el momento- dejando fuera la tinga, el salpicón y, por supuesto, la salsa pico de gallo.

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