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ERA: la lucha por la igualdad de las mujeres en Estados Unidos
El 27 de enero, a casi 100 años de la presentación en el Congreso de Estados Unidos de la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA) por la sufragista Alice Paul, congresistas y grupos feministas afirmaron que ya forma parte de la Constitución. En efecto, a dos años de que un total de 38 estados la aprobaran, la enmienda debía convertirse en ley del país. Sin embargo, aunque se han cumplido los pasos legales necesarios, ha sido objeto de disputa política y no se ha publicado formalmente. La prolongación de esta lucha centenaria ilumina la complejidad de los laberintos legaloides en Estados Unidos y sobre todo la politización extrema de los derechos de las mujeres en una "democracia" minada y amenazada.
La lucha de las mujeres por sus derechos nunca ha sido sencilla. Alcanzar la igualdad constitucional ha sido aún más difícil que obtener el voto; éste da un derecho pero no protege de la discriminación y las desigualdades. Así, Estados Unidos es uno de los pocos países cuya constitución no incluye una cláusula de igualdad de género.
Aprobada por el Congreso y el Senado en 1971, la ERA sólo obtuvo la ratificación de 2/3 de los estados en 2020. Su publicación desde entonces ha sido impedida por una Opinión de la Oficina del Consejo Legal (OLC) del gobierno de Trump que determinó que su plazo de ratificación había expirado. Este recurso para torpedear la igualdad constitucional se basó en el preámbulo que especificaba un plazo de 7 años para hacerlo, lo cual abogados y feministas consideran absurdo porque ese plazo no está en el texto y otras enmiendas no se han desechado por eso. Contra este escollo que el archivista de la nación ha usado como pretexto para no publicarla, fiscales de tres estados interpusieron recursos legales y el gobierno de Biden ha expedido una nueva opinión legal que contradice la anterior.
El 27 de enero, el presidente Biden expresó en un comunicado oficial su apoyo a la ERA, llamó al Congreso a ratificar su validez (aunque en estricto sentido no es necesario), aclaró que la más reciente opinión legal (de su gobierno) señala que no hay impedimento alguno para publicarla y afirmó que: "Nadie debe ser discriminada por razones de sexo y nosotros, como nación, debemos defender la completa igualdad de las mujeres".
La piedra en el zapato de la legalidad en este proceso es el Senado, dominado por los republicanos, que no ha votado aún la resolución que reconoce la falta de base del argumento del plazo de ratificación. Dado que la iniciativa de Biden de acabar con la peroración prolongada para sabotear una iniciativa de ley (filibuster) fracasó, no es plausible que el Senado vote pronto a favor de la enmienda. El camino más sencillo sería que el archivista la publicara y así formalizara su inclusión en la constitución, tomando en cuenta su aprobación hace medio siglo y la ratificación de los estados necesarios. El problema de fondo es que los conservadores se oponen a la igualdad de las mujeres.
¿Quiénes le temen a inscribir la igualdad en la constitución? Primero, los grupos y representantes antiderechos, pues saben que esta enmienda obstaculizará las leyes que penalizan el aborto; agentes económicos la ven como amenaza. La conservadora Suprema Corte tampoco le ha dado prioridad a la igualdad de género.
Para las feministas, el ERA es fundamental para fortalecer la igualdad laboral y para que la protección contra la violencia misógina no dependa del Acta contra la Violencia hacia las Mujeres, cuya vigencia expiró en 2018 y apenas se renovó en 2021.
A la luz de la tibieza del Congreso y sobre todo del Partido Republicano ante las aspiraciones dictatoriales de Trump, las feministas representan un ejemplo de lucha permanente por los derechos y la verdadera democracia, la que incluye a las mujeres en pie de igualdad.
kg