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El peor escenario

Al pensarlo dos veces, la respuesta es incorrecta. A pesar de que no pase la reforma, no debiera repetirse un año tan malo, al menos para la economía.

Al pensarlo dos veces, la respuesta es incorrecta. A pesar de que no pase la reforma, no debiera repetirse un año tan malo, al menos para la economía.

Repasemos un poco. Iniciamos el año con una expectativa de crecimiento del PIB de 3.5%. Conforme transcurrían los meses, fuimos cayendo en la cuenta de que la situación era menos favorable. Además de una desaceleración en el sector industrial de los Estados Unidos, sufrimos las consecuencias de una menor dinámica de gasto público, la crisis en el sector de constructoras de vivienda y una pérdida de fuerza en el consumo.

A estos factores se sumó el retraso en la concreción de reformas importantes que se habían comprado como próximas al inicio del gobierno. Por si eso fuera poco, los mercados se violentaron debido a los aumentos de las tasas de interés en el exterior y una nueva fase de elevada volatilidad durante el verano.

Ahora estamos parados en una economía que lleva tres trimestres prácticamente sin crecer y en donde comienzan a haber algunas certezas. Una es que ya se aprobó la reforma fiscal. Buena o mala, no podemos juzgarla a priori; esta reforma ha dado al gobierno más armas para ejercer no sólo un gasto más dinámico, sino mayor.

Reconocemos que la premisa de la ineficiencia del gasto público contra el privado para generar mayor riqueza es históricamente válida. Tampoco nos satisface la idea de una menor disciplina fiscal, aunque sea temporal. No obstante, también reconocemos que la fuerza de un mayor gasto público se debe sentir, sí o sí, en la economía.

Esta premisa, combinada con la expectativa de que la economía de Estados Unidos mantenga una recuperación moderada, crea una inercia favorable hacia adelante. Por ello decimos que el peor escenario no necesariamente nos volverá a arrojar un año como el 2013.

Incluso si no se aprueba la reforma fiscal o si la economía de los Estados Unidos no toma tracción, la inercia de un gasto público mayor debe traducirse en un mejor número que 1% de crecimiento que habrá en el 2013. Aún con estos factores desfavorables, podríamos ver un crecimiento más cercano a 2.5% en todo el año entrante. La economía de México parece tener elementos que la pueden dinamizar.

No negamos que, si el escenario es el descrito en el párrafo anterior, los mercados seguirían ofreciendo muy bajos rendimientos por la deteriorada percepción con relación a la historia de largo plazo que se ha vendido hasta ahora. Pero si hay reforma y si la economía americana gana terreno, el salto en el crecimiento y el humor en los mercados de México pueden ser bastante mejor de lo que son ahora.

México parece iniciar una inercia positiva. Si logra concretar diferenciadores positivos (reforma energética - impulso norteamericano), entonces -incluso en un escenario de alza de tasas ,producto de un mejor desempeño económico- podríamos ver una historia muy diferente en nuestros mercados a la de muchos otros países emergentes.

En resumen, será difícil que el 2014 se parezca al 2013. El gobierno ha obtenido ya armas para dinamizar parcialmente la economía. Ahora debe concretar factores que mejoren la percepción para lograr un contraste más agudo; pero el peor escenario posible no parece ser parecido a la terrible historia de este año.

*Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo: perspectivas@invex.com. ?

Twitter: @invexbanco.

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