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Mónica Ocampo: 43 perfiles desde la playa de la espera
Mónica Ocampo, integrante del colectivo Marchando con Letras describe la vinculación de un grupo de reporteros con una tragedia donde era necesario conocer quiénes son sus víctimas e hicieron el libro titulado “La travesía de las tortugas”

Mónica Ocampo, integrante del colectivo Marchando con Letras. Foto EE: Hugo Salazar
En náhuatl, Ayotzinapa significa tortuga, sí como esos quelonios que constituyen el grupo de reptiles que sobreviven desde el Triásico. Los mismos que siempre regresan a la playa donde nacieron. Y “La travesía de las tortugas” es el título de un libro que reúne 43 perfiles de igual número de estudiantes que hoy están desaparecidos y que en sus casas esperan que vuelvan a su playa.
Así describe, Mónica Ocampo, integrante del colectivo Marchando con Letras, la vinculación de un grupo de reporteros con una tragedia donde era necesario conocer quiénes son sus víctimas.
En entrevista, la periodista que fungió como una de las coordinadoras de ese esfuerzo editorial, explica que en eso se involucró a 43 reporteros, 15 fotógrafos y tres editores. Su objetivo, construir un libro, que al final fue editado por Proceso, el cual tenía como meta delinear los perfiles de los alumnos de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, desaparecidos desde la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.
Dice que “la idea fue utilizar las herramientas que ofrece el periodismo narrativo para contribuir a rescatar la memoria de ese hecho y crear memoria en colectivo”.
Refiere que el primer objetivo fue simple: tratar de resolver al menos la primera incógnita: quienes son —así, en presente —, esos 43 jóvenes que no han regresado a su escuela, a su casa… con los suyos.
En esa aventura editorial, cuenta, siempre tuvieron presente algo, no debían revictimizar a las víctimas, pero sí aportar información.
Optaron por la empatía, pues se trataba de trabajar en un contexto de violencia y, como dicen algunos académicos, entablar una relación con el otro, hacerlo su interlocutor y contribuir a una narrativa y a la memoria de ese hecho.
Ahora, a cinco años de ese esfuerzo y con una segunda edición de aquellos textos, la periodista habla hasta de cómo este tipo de ejercicios se puede convertir en un proceso terapéutico, porque los periodistas desplazados hasta sus comunidades, apartadas casi todas, pudieron contar lo que ellos quisieron que se contara, pensando en que, algún día, cuando regresen a esta orilla del mundo donde los aguardan puedan decirle, uno a uno, concedí estas entrevistas y todo esto sobre tu búsqueda.

