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Banxico, siempre se aconseja prudencia

Enrique Campos Suárez | La gran depresión
¿Qué tan conveniente es que se acabe con el misterio de saber cuál puede ser la siguiente jugada monetaria de un banco central?
Seguro que en momentos de estabilidad ayuda para ampliar los plazos de planeación financiera. Vamos, si una economía muestra señales de baja a la par que los precios están estables, es bueno ampliar el panorama de una disminución de las tasas de interés.
Pero, cuando lo que priva es la incertidumbre y en la economía más grande del mundo no descartan una palabrota del tamaño de estanflación, ¿ayuda dejar ver las cartas tan rápido?
Y la alerta llega desde la propia autoridad monetaria estadounidense, la Reserva Federal (Fed) justificó el no bajar su tasa de interés interbancaria en la reunión pasada porque “los riesgos de un mayor desempleo y una inflación elevada se han intensificado”, según se lee en el más reciente comunicado del Comité de Mercado Abierto de la Fed.
Como remate para darle la razón al banco central estadounidense la firma calificadora Moody’s redujo la nota crediticia de la deuda estadounidense, lo que básicamente es una presión al costo del dinero.
En ese ambiente externo y con datos internos de la economía mexicana que muestran una desaceleración económica, sin una consolidación del proceso desinflacionario, el Banco de México decide y promociona que va a volver a bajar la tasa de interés de referencia y en medio punto porcentual.
Si hubiera una subsecretaría de Política Monetaria esa sería la respuesta esperada en un ambiente donde la autoridad fiscal buscaría a toda costa incentivar el crecimiento, lo mismo para garantizar sus niveles recaudatorios como para apuntalar la popularidad política del régimen.
Pero el Banco de México tiene por mandato único cuidar que la inflación sea baja, no hay una tarea dual, en la que tenga que cuidar que haya altos niveles de empleo o de expansión económica; no, sólo cuidar el poder de compra de la moneda.
La Junta de Gobierno ya mandó el mensaje de que bajan la guardia y que el mercado puede actuar en consecuencia y esperar que en junio baje la tasa nuevamente.
En esta ocasión el más reciente comunicado de decisión de política monetaria coincide con el mensaje personalísimo de la gobernadora Victoria Rodríguez y con la postura de Jonathan Heath, subgobernador, de los que solían ser más reacios a mostrarse laxos tan rápido.
Una justificación constante es la “resiliencia” del tipo de cambio, cuando está claro que hoy las divisas se mueven más por efectos secundarios del dólar que por una férrea defensa del peso de la economía mexicana.
Pero ojalá que con todos los instrumentos de análisis que tienen a su alcance, con sus vastos conocimientos y amplia experiencia, que el tiempo les dé la razón a los banqueros centrales de México que por unanimidad bajan la tasa y anticipan nuevos descensos.
Porque las políticas erráticas y cambiantes de Donald Trump ya dejaron de ser factores imponderables para ser realmente un riesgo calculado de impacto variable que no se puede perder de vista.
Banco de México tiene margen para reducir la tasa de interés de referencia sin riesgo inflacionario, parece que sí. Pero adelantarlo con tanta certeza en estos tiempos inciertos puede ser un poco riesgoso.


