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Opinión

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¿Renegociar, aunque sea con desventajas el T-MEC?

Enrique Campos Suárez | La gran depresión

Enrique Campos Suárez | La gran depresión

Enrique Campos Suárez

Si un empresario estadounidense tuviera que decidir hoy mismo dónde realizar una inversión off shore, en medio de la incertidumbre que ha desatado Donald Trump con su política arancelaria, el destino ganador sería China.

Ese país asiático no sólo doblegó a Trump para que echara marcha atrás a sus absurdos impuestos de importación de 145%, sino que no ha tenido que ceder en nada.

Al contrario, horas después de que Estados Unidos le quitó el castigo arancelario, el gobierno de Beijing le dejó saber a La Casa Blanca que va a aumentar su presencia en América Latina.

Por eso es conveniente que México renegocie lo antes posible el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá para que se tengan certezas en la relación con el vecino del norte.

Lo que deja ver la tregua comercial de Estados Unidos con China es que dentro del círculo de poder de Donald Trump intentan hacerle ver que sus presiones negociadoras no pueden resultar como imagina y que los estragos pueden ser devastadores para sus cadenas productivas y para sus mercados de consumo.

Está claro que, en términos prácticos, racionales, a Estados Unidos le conviene complementar su fortaleza industrial con los dos países de América del Norte para enfrentar de mejor manera a China, que sí está en franca competencia por el liderazgo mundial.

También México y Canadá deben tener claro que una renegociación con esta versión más intransigente de Donald Trump tendrá que derivar en un acuerdo menos equilibrado, cuya balanza se incline hacia el beneficio de Estados Unidos.

¿Dónde podrían venir los cambios más estridentes respecto al T-MEC actual?

Básicamente en aquellas obsesiones que ha mostrado Donald Trump en este mandato.

Las reglas de origen, sobre todo en industrias como la automotriz, tenderían a endurecerse para beneficiar la proveeduría regional, especialmente la estadounidense.

No hay duda de que esta administración republicana buscaría poner muchas más trabas para la proveeduría de terceros países y limitaría la integración de componentes industriales de otras regiones, especialmente de Asia.

Los aranceles estarían seguramente presentes como un instrumento para obligar al equilibrar la balanza comercial. No sabemos si alguien podrá hacer entrar en razón a Donald Trump sobre el tamaño tan dispar que tienen los tres mercados norteamericanos y cómo no todo desbalance implica algo negativo, pero claramente buscará compensar con impuestos de importación ese desequilibrio.

Los mecanismos de solución de controversias claramente tenderán a beneficiar los intereses estadounidenses sobre los mexicanos o canadienses y los castigos serían cuotas compensatorias tan absurdas como su actual política de aranceles.

Es muy probable que Donald Trump quisiera incluir en el acuerdo comercial cláusulas ajenas a los temas económicos, como narcotráfico o migración y eventuales castigos a las exportaciones de los socios si no se cumplen sus condiciones. Si lo hace sería uno de los asuntos más estridentes de la eventual renegociación.

Si, efectivamente, las condiciones para renegociar el T-MEC fueran así de desventajosas, ¿cuál sería el incentivo para México o Canadá para adelantar la ratificación de un acuerdo en conjunto o separado con Estados Unidos?

Básicamente dos cosas, la primera es terminar con la incertidumbre y la segunda es que sería eso o nada.

Enrique Campos Suárez

Su trayectoria profesional ha estado dedicada a diferentes medios. Actualmente es columnista del diario El Economista y conductor de noticieros en Televisa. Es titular del espacio noticioso de las 14 horas en Foro TV.

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