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Opinión

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¿Un Mundial desastroso?

Hoy, el futbol se ha convertido en un foro. Un foro en donde, además de jugarse el balón, se aprovecha para expresar ideas de enorme peso político y social.

Muchos presagian que el próximo Mundial de futbol puede ser muy conflictivo. No necesariamente para la selección mexicana de futbol, sino para todo el certamen.

En encuestas, 54% de los brasileños no quiere el Mundial. La población está dividida, pero no solamente en su forma de pensar, sino en lo que piensan hacer para demostrarlo.

La razón es bastante entendible. Han visto un gobierno que se lanzó a organizar un campeonato mundial sin considerar a los de casa. No se ha desarrollado casi ninguna obra de infraestructura que beneficie a las poblaciones. El gasto fundamentalmente es en estadios.

Además, derivado de la vorágine de la construcción de nuevos estadios y la remodelación de otros, afloraron los escándalos de corrupción.

El futbol está resultando una experiencia mucho más importante en materia política que lo que intelectuales de izquierda históricamente han criticado. Pensadores como Eduardo Galeano aseguran que el fut es alienante, como un circo romano moderno de Occidente, que distrae a las masas con objeto de mantener a los pueblos dormidos.

La realidad es que ese análisis correspondía a una sociedad distinta. La fuerza de los medios electrónicos de comunicación enseña al mundo entero realidades que antes no se conocían y, a través de las redes sociales, los inconformes se articulan y convocan a acciones colectivas en cuestión de minutos.

La verdad es que el futbol requiere una nueva pensada para actualizar teorías sobre su significado deportivo, social y político. Hoy, el futbol se ha convertido en un foro. Un foro en donde, además de jugarse el balón, se aprovecha para expresar ideas de enorme peso político y social: en contra de la discriminación; en favor del ambiente, como el llamado de Limpiemos Nuestro México; de signo humanista, como la lucha contra el cáncer de mama; o de carácter político, en protestas por la corrupción y el gasto público superfluo.

Mucho tienen que pensar los países que anhelen organizar mundiales y olimpiadas, antes de decidirlo cupularmente. Ante la nueva realidad, una inversión de ese tamaño tendrá forzosamente que socializarse en consulta pública. Más vale prevenir que lamentar.

Hoy un Mundial no es cosa menor. Es el foro idóneo para que un pueblo manifieste su sentir. Si está bien, satisfecho, en paz, será una fiesta deportiva. Pero, si está inconforme, frustrado, irritado, puede llegar a ser un desastre.

emoctezuma@tvazteca.com.mx

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