Lectura 4:00 min
¡Tocando fondo!
Se sabía que la crisis financiera, que inició en Estados Unidos, tendría un efecto global y que afectaría en forma indistinta a las naciones del mundo, pero también se sabía que los efectos del contagio se sentirían más en México.
Ésta era, hasta hace pocos meses, la preocupación más seria del gobierno federal (excluido el narcotráfico y la inseguridad). Sin embargo, el escenario se descompuso aún más con la aparición incómoda de un nuevo personaje, el virus AH1N1, que nos colocó de golpe y porrazo en una nueva coyuntura más compleja aún.
Observando la gráfica, la tasa de crecimiento de nuestro Producto Interno Bruto (PIB), en sincronía con el de EU y en el tenor de la crisis global, se colapsó.
No impresiona la caída, sino la magnitud del desplome. Mientras EU sufrió una disminución de 1.5%, para el primer trimestre del 2009, nuestra economía se contrajo 5.9% en el mismo periodo. No sólo el ciclo de la economía mexicana se ha sincronizado con el ciclo estadounidense, a partir de 1995, sino que se ha vuelto más sensible ante choques adversos.
Cabe destacar que los datos negativos del primer trimestre no reflejan aún el reciente desplome del consumo, inversión interna, inversión extranjera directa, turismo y demás variables afectadas por el virus de influenza.
Por eso, las declaraciones de nuestro Secretario de Hacienda con respecto a que la economía mexicana ya había tocado fondo no podían ser más oportunas o inoportunas , según el enfoque que quiera dársele.
Lo único cierto es que una coyuntura económica más compleja no podría imaginarse para México; así que los datos prospectados para el segundo trimestre del 2009, que está a punto de concluir, no son nada optimistas, ya que van a coincidir los efectos negativos derivados de la influenza, más los efectos del contagio por la crisis de EU.
Ejercitando la memoria, el desplome de la economía mexicana en 1994 tuvo una fuente interna: un cuantioso déficit en cuenta corriente financiado con inversión de cartera (golondrina), que sumado a la inestabilidad política debido a los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu llevaron al colapso el frágil modelo de apertura.
Ante el incremento del riesgo, no hubo forma de contener la fuga de capitales y la pérdida de reservas internacionales.
Éstas condujeron a una devaluación del peso de más de 100%, a una contracción del PIB de -6.2% y al Fobaproa, desde entonces, la sincronía entre el PIB de EU y el de México es aún más clara.
En la actualidad, 40% del PIB de México depende de EU, es obvio que si tenemos un comercio mayor con EU, las conexiones con la parte real (producción y empleo) sufrirán más en México que en otros lugares del mundo.
Ante este escenario, el gobierno mexicano ha decidido hacer hasta lo imposible para que el fondo del que habló el secretario Carstens se encuentre pronto y ha emprendido algunas medidas, como disminución de impuestos, ampliación del periodo para hacer declaraciones anuales y apoyos en distintos programas a empresas afectadas por el entorno, particularmente a PYMES.
Así como vigilar el ejercicio del gasto en infraestructura y obra social, apoyo y promoción al turismo nacional y extranjero, e incluso ha influido en tasas de interés buscando reactivar la economía. Parece que las medidas van en la dirección correcta, pero resultarán insuficientes.
Al respecto, algunos laureados con el Nobel de Economía han declarado abiertamente que superar adecuadamente esta crisis global llevará por lo menos entre tres y cinco años. Así que, dada la conexión EU-México y la coyuntura México-influenza, los efectos negativos se dejaran sentir como nunca, tanto en la creación de riqueza, como en los indicadores de pobreza y en el empleo, ¿serán esos datos el fondo del que hablaba el Secretario de Hacienda?...
*Fernando Samperio Sánchez es profesor de Economía en la Universidad Anáhuac México Sur y su correo electrónico es dofsamp@hotmail.com