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Opinión

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Niños sin voz

Muchas voces de intelectuales, políticos y diversos actores se alzaron en defensa de Mamá Rosa. Otras, defendieron a las autoridades. Sólo la voz de los niños no se escuchó.

Araíz de la incursión de las autoridades al albergue La Gran Familia, muchos actores salieron en defensa de Mamá Rosa.

Mencionaremos al historiador Jean Meyer, quien afirmó conocerla bien y admirar su trabajo al frente de esa casa hogar. Meyer aseguró que nunca vio niños demacrados o en estado físico lamentable.

El escritor Enrique Krauze publicó diversos mensajes en su cuenta de Twitter, todos ellos en favor de la señora Verduzco.

Incluso el ex presidente Vicente Fox fue uno de los primeros en alabar a Mamá Rosa, a la cual dijo conocer desde hacía 40 años atrás, cuando él trabajaba para Coca-Cola.

Podemos mencionar también a la laureada Elena Poniatowska, periodista defensora de los derechos humanos, a Lydia Cacho y a muchos más.

Ellos son las voces que han defendido a Rosa Verduzco. La PGR se defendió y explicó sus motivos en múltiples foros.

Sin embargo, salvo periodistas como Carmen Aristegui, muy pocos mostraron interés por los niños, ni mucho menos se preocuparon por hablar con ellos.

¿Por qué no pedirles directamente que expliquen cómo vivían en esa casa, en qué condiciones y de qué forma los trataban?

Su voz es la más importante. Habría que preguntarles si es verdad que eran sujetos de agravios, problemas, vejaciones y faltas a su dignidad.

¿Por qué las autoridades federales que catearon el albergue y aseguraron haber encontrado a sus casi 600 habitantes en condiciones insalubres y de maltrato, viviendo entre plagas y alimentados con comida en descomposición, nunca esgrimieron la voz de esos infantes?

Considerar la opinión de los menores involucrados sería muestra de uno de los fundamentos de una cultura de la legalidad. El derecho a ser escuchados es uno de los principios fundamentales de la armonía social.

Era la voz más importante y es la única que ha tardado en abrirse paso para hacerse escuchar; porque los adultos evidencian siempre que quieren demostrar una realidad propia, más que entender la real.

Escuchar es una práctica que todos debemos realizar. Sin escuchar no hay diálogo, no retroalimentamos nuestra concepción de la realidad y, al tomar decisiones, aun cuando sean de buena fe, podemos perjudicar a quien queremos ayudar.

Aprendamos, en todos los ámbitos, político, social, empresarial, a escuchar a nuestra contraparte, para comprender sus verdades y enriquecer nuestra concepción de la realidad.

emoctezuma@tvazteca.com.mx

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