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Opinión

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La peligrosa obsesión de Estados Unidos con Irán

El académico analiza los desencuentros históricos entre ambas naciones, las motivaciones e  intereses de Estados Unidos y sus argumentos para justificar acciones en Irán, que han generado impactos en ese país a lo largo de las últimas décadas

Nueva York. La orden del presidente de EU, Donald Trump, de asesinar al general Qasem Soleimani, de Irán, mientras se encontraba en una misión oficial en Irak, fue aclamada por el jingoísta Partido Republicano de Trump. Los asesinatos de funcionarios, clérigos y periodistas extranjeros sancionados por el gobierno son comunes en la actualidad. Pero hay algo especial en la sed de sangre de EU contra Irán. Es una obsesión de 40 años que los ha llevado al borde de la guerra. La fijación estadounidense en Irán se remonta a la Revolución Islámica en 1979, cuando estudiantes iraníes tomaron la Embajada de EU en Teherán y mantuvieron a 52 estadounidenses como rehenes más de un año. Esa experiencia ha hecho psicológicamente imposible que los políticos estadounidenses calibren las políticas estadounidenses. Es la razón, por ejemplo, de que Trump ahora amenace con destruir 52 objetivos en Irán, incluidos sitios culturales, uno por cada rehén de 1979, si Irán toma represalias por el asesinato de Soleimani.

Trump reclama el derecho de asesinar a un líder en un país extranjero y de cometer crímenes de guerra si ese país toma represalias, y es aplaudido en su país. Refleja un trastorno de estrés postraumático del sistema político de ese país. Es similar al lanzamiento imprudente de las guerras de EU en todo Medio Oriente tras los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001.

El hecho de que Trump esté psicológicamente desordenado se suma a la furia. Vale recordar que se jactaba de que podía dispararle a alguien en la Quinta Avenida “y no perder ningún voto”. Con su orden de asesinar a Soleimani, evidentemente está decidido a poner a prueba esa propuesta.

Lo que la mayoría del público estadounidense y gran parte de la élite política de ese país no comprenden es que ha cometido muchos más crímenes contra Irán que viceversa. Estados Unidos ha creado deliberada e imprudentemente un enemigo sin otra razón que sus propias acciones equivocadas.

Hitos desde la década de los 50

En 1953, EU y Reino Unido derrocaron al gobierno de Irán, luego de que el primer ministro elegido democráticamente, Mohammad Mossadegh, buscara recuperar el control del petróleo de Irán, que estaba copado por el imperio británico. Estados Unidos remplazó la democracia que había derrocado con el régimen autoritario del shah Mohammad Reza Pahlavi, quien fue respaldado por el SAVAK, su brutal agencia de inteligencia y policía secreta, de 1953 a 1978. Los estudiantes iraníes se apoderaron de la Embajada de EU en Teherán después de que el depuesto Shah fuera admitido en EU para recibir tratamiento médico.

Al año siguiente, EU armó y alentó a Saddam Hussein a realizar una invasión de Irak a Irán, desencadenando una guerra de casi una década con 500,000 iraníes muertos. En el 2014, unos 75,000 iraníes aún estaban siendo tratados por lesiones por los ataques químicos que Hussein utilizó.

Estados Unidos también golpeó objetivos civiles. En 1988, su ejército derribó un avión de Iran Air, un Airbus A300 con 290 personas a bordo —todas fallecidas—, que EU podría haber identificado si hubiera tomado las precauciones adecuadas. Y en 1995, el pueblo iraní quedó sujeto a severas sanciones económicas de EU, que no sólo no han sido eliminadas, sino que se endurecieron con el tiempo.

Esto continuó incluso después del 11-S. Irán apoyó la invasión de Afganistán liderada por EU para deponer a los talibanes, y también apoyó al nuevo presidente respaldado por EU, Hamid Karzai. Sin embargo, en enero del 2002, el presidente George W. Bush, denominó a Irán como parte de un “eje del mal”, junto con el Irak de Saddam y con Corea del Norte.

Asimismo, en lugar de presionar a los países de Medio Oriente, incluido Israel (con un estimado de 80 ojivas nucleares), para cumplir el Tratado de No Proliferación Nuclear y apoyar los esfuerzos para establecer una región libre de armas nucleares, Estados Unidos presionó exclusivamente a Irán.

Luego, en el 2015, EU —encabezado por Barack Obama—, Reino Unido, Francia, China, Rusia y Alemania negociaron un acuerdo con Irán para que éste último cancelara su reprocesamiento nuclear, a cambio del levantamiento de las sanciones económicas por parte de EU y otros. El Consejo de Seguridad de la ONU respaldó por unanimidad el acuerdo nuclear, conocido formalmente como Plan de Acción Integral Conjunto. Sin embargo, según el secretario de Estado de EU, Mike Pompeo, dicho plan fue un acto de apaciguamiento. En el 2018, Trump repudió unilateralmente el acuerdo y endureció drásticamente las sanciones estadounidenses.

El propósito de endurecer las sanciones no ha sido cambiar el comportamiento de Irán, sino aplastar su economía y desestabilizar el régimen. Irán se encuentra ahora en una depresión inducida por EU, con un descenso del PIB de 14% entre el 2017 y el 2019 y una inflación de 36% en el 2019 (según estimaciones del FMI), y una grave escasez de medicamentos y otros productos vitales. Mientras tanto, a pesar de repudiar el Plan de Acción Integral Conjunto, EU ha insistido en que Irán cumpla sus términos.

Estados Unidos, aparentemente sin conocimiento de esta historia y dirigido por un presidente emocionalmente desequilibrado que cree que puede cometer un asesinato a plena luz del día y salirse con la suya, todavía está representando un trauma psicológico de 40 años.

El mundo debería recordar las sabias y duraderas palabras de un tipo de presidente de EU muy diferente. En junio de 1963, poco antes de ser víctima de un asesino, John F. Kennedy se dirigió al Parlamento irlandés:

“(A) través de los abismos y barreras que ahora nos dividen, debemos recordar que no hay enemigos permanentes. La hostilidad hoy es un hecho, pero no es una ley vigente. La realidad suprema de nuestro tiempo es nuestra indivisibilidad como hijos de Dios y nuestra vulnerabilidad común en este planeta”.

No hay ninguna razón por la que Irán y Estados Unidos no puedan estar en paz. Sobre la base del acuerdo nuclear del 2015 y sus muchos intereses comunes, todavía es posible una nueva relación. Pero con la represalia de Irán ya en marcha, es especialmente urgente que la Unión Europea no siga a la administración imprudente de Trump en una espiral de escalada que podría resultar en una guerra.

El autor

Jeffrey D. Sachs es profesor de desarrollo sostenible y profesor de política y gestión de la salud en la Universidad de Columbia, es director del Centro de Desarrollo Sostenible de Columbia y de la Red de Soluciones de Desarrollo Sostenible de la ONU.

www.project-syndicate.org

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