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Difícil arte de gobernar
Los gobiernos requieren del apoyo de la sociedad productiva, los grupos organizados de la sociedad civil y de la ciudadanía en general. El equilibrio entre ciudadanos demandantes y un gobierno de resultados es un ejemplo de democracia.
A cualquier gobernante, desde un presidente municipal, gobernador o presidente de la república, le sucede siempre lo mismo.
Después del júbilo de estrenar responsabilidad pública comienzan a presentarse en su escritorio los problemas, las carencias, los rezagos históricos, las limitaciones presupuestales, el reclamo social, entre otros retos, que deben convertir el gozo del júbilo en una permanente tensión responsable.
Esa tensión es normal en los líderes electos que saben lo que la población espera de ellos. Pero esa tensión llega a convertirse parcialmente en frustración cuando experimentan que una parte de la gente y de los grupos opositores, aun en los temas que afectan a toda la colectividad, son opositores de oficio, no reconocen avance alguno y prestan oídos sordos a cualquier éxito.
Por ello, el gran logro de Enrique Peña Nieto, de haber diseñado y de estar llevando a muy buen término el Pacto por México, es un avance que debe incorporarse a la tradición política mexicana.
Para que eso sea posible todos esperamos que se puedan seguir dando cuatro elementos. Primero, que se fortalezca la generosidad mostrada por los partidos políticos; segundo, que se profundice la responsabilidad de los líderes de los mismos; tercero, que la actual experiencia de la participación de todos en el Pacto sea positiva, y cuarto, que el gobierno federal cumpla ejemplarmente siempre lo pactado y lo traduzca en resultados.
Pero no todo son los partidos. También los gobiernos requieren del apoyo de la sociedad productiva, los grupos organizados de la sociedad civil y de la ciudadanía en general.
Es mucho más fácil y políticamente rentable criticar que reconocer, pero hacerlo habla de la grandeza de una nación.
Es muy frustrante para un buen gobernante ser testigo de que no obstante las realizaciones, no se obtiene el reconocimiento justo a sus esfuerzos.
Una equilibrada ecuación entre una ciudadanía demandante pero que sabe reconocer logros y un gobierno de resultados es, sin duda, el ejemplo de madurez democrática moderna.
Hoy, en México están puestas las piezas para que así sea. Cada quien hagamos nuestra parte.
emoctezuma@tvazteca.com.mx