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Opinión

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¿“Atracción fatal”, de nuevo?

Los títulos de la deuda pública interna de México vuelven a ser objeto de una atracción irresistible para los inversionistas del exterior.

En aquellos años de espejismo marcados por la especie ampliamente difundida por el presidente Salinas de Gortari de la entrada de México al primer mundo, la atracción fatal tuvo al menos dos causas.

En primer lugar, la propia promoción que hizo el en ese entonces Presidente de México como un destino atractivo para la inversión extranjera de cartera.

Segundo, el hecho de que con un régimen de tipo de cambio semifijo el arbitraje de tasas de interés entre México y Estados Unidos ofrecía a los inversionistas una ganancia casi segura.

Ahora México -o más específicamente, los títulos de la deuda pública interna- vuelven a ser objeto de una atracción irresistible para los inversionistas del exterior. Las cabezas de las notas de prensa correspondientes resultan más que ilustrativas: Alcanza máximos la inversión extranjera en bonos soberanos , por poner un ejemplo.

Desde un punto de vista analítico o si se quiere histórico, lo primero que salta a la vista es la relativa imprecisión del supuesto record . Esto último, toda vez que si el saldo se mide en dólares no se ha alcanzado ningún nivel máximo histórico en razón de que mientras a finales de 1994 el saldo de los Tesobonos llegaba a 33,000 millones de dólares, al tipo de cambio actual el total se ubica en 28.2 MMD.

Pero hay razón para medir ese total en moneda nacional, toda vez que en esa forma se encuentran denominados los títulos que ahora se han volcado a comprar los inversionistas del exterior. No era ése el caso de los Tesobonos, denominados en dólares.

Otra gran diferencia en contraste con la situación de 1994 es que ahora funciona plenamente en México un régimen de flotación del tipo de cambio. Así, los tenedores de esos títulos deben tener bien presente el riesgo cambiario que han asumido.

Aunque los títulos objeto de demanda están denominados en pesos, otro factor de gran diferencia con la circunstancia de 1994 es que la reserva internacional cubre con holgura el correspondiente.

No era éste el caso hacia principios del sexenio de Zedillo y ésa fue la razón por la que se tuvo que negociar con Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional un paquete de rescate inmenso. Incidentalmente, el caso sirve para explicar una de las razones que justifican que México tenga una reserva internacional importante.

bdonatello@eleconomista.com.mx

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