Cúpulas empresariales, semilleros de liderazgo político

La presidencia de una organización empresarial se convierte en un semillero de liderazgo y desarrollo político, aunque esta última característica absorbe a los hombres de negocios, quienes incluso dejan su actividad, dijo el analista Alberto Quihua.

El economista egresado de la UNAM e investigador de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) mencionó como ejemplo reciente la transición de los negocios a la política de Carlos María Abascal.

Recordó que tras laborar muchos años en el ramo de los seguros llegó a la presidencia de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en los años 90, luego fue nombrado secretario del Trabajo y hoy es titular de la Secretaría de Gobernación.

El economista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) comentó que Javier Prieto participó muchos años en Cemex, después dirigió la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) y hoy es coordinador de asesores del secretario de Gobernación.

También se refirió al caso de Yeidkol Polenvsky, mujer de negocios que pasó de dirigir la Canacintra a aspirante a gobernadora del Estado de México, y hoy es senadora electa.

Consideró que la participación de los empresarios en la política se debe al legado del propietario de Bimbo, Lorenzo Servitje.

El analista recordó que en la década pasada, el empresario panadero insistió al gobierno en que debido a que los hombres de negocios, con sus inversiones, influyen en la creación de empleos y en el desarrollo del país, deberían opinar en la política económica.

"De los años 80 para atrás, si un empresario levantaba la voz, de inmediato el poder presidencial lo callaba y le ordenaba regresar a su fábrica. Hoy, gracias a estas cúpulas, los empresarios tienen mayor participación en las decisiones económicas del país", resaltó.

Alberto Equihua afirmó que los dueños de grandes corporaciones no muestran interés en asumir cargos públicos porque con su poder económico también adquieren influencia política.

Por otra parte, rechazó que los grupos empresariales de Monterrey decidan quién debe ser presidente de instituciones como la Coparmex, la Conamin, la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) o el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), entre otros.

Sin descalificar cierta influencia, aseguró que esta especie de mito se gestó a raíz de que fueron los industriales y comerciantes de Nuevo León quienes crearon la Coparmex en busca de una interlocución con el gobierno.

Lo que sí mueve la balanza, dijo, en una elección es la trayectoria del aspirante, su capacidad de posicionarse entre sus colegas, debe mostrar talento como empresario probado y también aptitudes políticas para negociar.

"Las presidencias de las cúpulas empresariales han sido asumidas aleatoriamente, no todos son de Monterrey o de estados considerados muy industrializados como el caso de Jorge Espina, originario de Puebla, quien fue presidente de Coparmex", explicó.

Incluso, indicó que tampoco los líderes han sido gerentes, directivos o socios de grandes corporaciones, como fue el caso de Gerardo Aranda, empresario de Sonora que manejó una Pequeña y Mediana Empresa (pyme) en el ramo de la construcción.

Aclaró que no cualquier persona se anima a ser líder de alguna de las organizaciones cupulares debido a que son cargos de tiempo completo, lo que significa descuidar sus propios negocios y ponerlos en riesgo de irse a la bancarrota.

Y quienes han emanado de grandes corporaciones, como José Luis Barraza, primero debieron compartir sus intenciones con el consejo de accionistas del negocio antes de dar el paso.

Desde la perspectiva del economista, la presidencia de Coparmex, de la Canacintra, del CCE, de la Asociación de Bancos de México, entre otros, tiene que ver más con una cultura de participación y solidaridad con sus compañeros empresarios.