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Halloween revela los límites de la convivencia urbana
Esta época pone a prueba la capacidad de organización, tolerancia y corresponsabilidad vecinal

En México, Halloween es una fiesta que transforma los edificios y fraccionamientos: calabazas en los pasillos, telarañas de plástico colgando de las puertas, niños correteando disfrazados y adultos que, por una noche, comparten risas y dulces con sus vecinos. Lo que parece un simple festejo es, en realidad, una radiografía precisa de cómo convivimos cuando los espacios dejan de ser privados y se vuelven compartidos.
En los condominios, las festividades no solo traen diversión; también ponen a prueba la capacidad de organización, tolerancia y corresponsabilidad vecinal. Cuando no hay acuerdos mínimos, las mismas luces y risas pueden transformarse en reclamos por ruido, puertas abiertas sin control o decoraciones que bloquean pasillos. Halloween no crea problemas: los hace visibles.
Fiestas, acuerdos y convivencia
Celebrar en comunidad implica encontrar un equilibrio entre la alegría colectiva y el respeto individual. No todos los vecinos celebran la fecha con el mismo entusiasmo, y ahí es donde entran las reglas de convivencia más básicas. Establecer horarios claros para pedir dulces, acordar qué zonas pueden usarse, cuidar que las decoraciones no invadan áreas comunes o bloqueen salidas y respetar los niveles de ruido son gestos sencillos que evitan conflictos mayores.
También hay un tema de seguridad: vigilar accesos, acompañar a los más pequeños y cuidar que los disfraces sean seguros y visibles es tan importante como mantener la armonía entre quienes celebran y quienes no. La convivencia no se construye en los reglamentos, sino en los acuerdos informales que todos están dispuestos a respetar.
Estas dinámicas, tan cotidianas como colgar un fantasma de papel o repartir dulces, hablan de algo más profundo: cómo las comunidades urbanas se adaptan a vivir más cerca, con menos espacio privado y más espacio compartido.
La expansión de la vivienda vertical en México no solo cambia la arquitectura de nuestras ciudades: redefine cómo compartimos el espacio y cómo nos relacionamos. Halloween es apenas un ejemplo: si la convivencia se desordena con una fiesta, probablemente ya había tensiones previas sin atender.
Lo que está en juego no es una noche de disfraces, sino la capacidad de las comunidades urbanas para organizarse, dialogar y convivir sin que la cercanía se vuelva un conflicto.
** El autor es country manager de ComunidadFeliz.mx en México, destacado por liderar la expansión de la proptech en el mercado mexicano con estrategias innovadoras en ventas y retención de clientes. Su enfoque en metodologías ágiles ha sido clave para optimizar la adquisición y monetización de usuarios. Con experiencia en gestión de riesgos y conservación, Mondaca impulsa la eficiencia operativa y el crecimiento sostenible de la empresa.