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Domecq y Alipús: La alianza que impulsa los 25 años de un proyecto mezcalero pionero

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A 25 años de su creación, Alipús celebra un cuarto de siglo como uno de los proyectos mezcaleros más influyentes de Oaxaca. Hoy, con el respaldo estratégico de Casa Pedro Domecq, entra en una nueva etapa.

Miriam Lira

Alipús fue pionero antes de que el boom del mezcal detonara. Sus fundadores —Gustavo y Jaime Muñoz— entendieron desde los noventa la necesidad de darles nombre, voz y reconocimiento a las familias mezcaleras, una idea revolucionaria en su tiempo. Ese gesto se volvió una característica clave del proyecto: cada botella incluye la historia y el nombre de quienes la elaboran, una reivindicación del trabajo artesanal que impactó a consumidores y restauranteros por igual. 

A ese proyecto, que ya había marcado un antes y un después en la forma de entender el mezcal de origen, se suma ahora Casa Pedro Domecq. La llegada del gigante de vinos y destilados no busca cambiar la esencia de Alipús, sino acompañarlo en una nueva fase: consolidar su presencia en el mercado, apuntalar los esfuerzos de sustentabilidad y garantizar que las historias de las familias productoras sigan contándose —y vendiéndose— durante, al menos, otros 25 años.

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Martin Skelton.Cortesía

Un proyecto que nació para dignificar al productor

Cuando Gustavo y Jaime comenzaron a visitar palenques en Oaxaca, no buscaban una marca rápida para subirse a una moda que todavía no existía. Buscaban mezcales que les gustaran a ellos, destilados hechos por familias con conocimiento profundo del agave y una relación íntima con su tierra. 

La decisión de poner en la etiqueta el nombre de cada familia productora y su comunidad rompió con la lógica anterior: el mezcal dejó de ser un líquido anónimo para volverse la expresión de personas con historia, apellido y territorio. En un mercado que hoy se siente saturado, ese gesto —contar quién está detrás del mezcal— sigue siendo la piedra angular del proyecto.

Domecq: Una alianza pensada a largo plazo

En este contexto aparece Casa Pedro Domecq, una de las empresas más importantes del sector de vinos y destilados en México. La alianza se concretó a principios de 2025: "en enero se cerró el acuerdo con Gustavo y Jaime; en febrero comenzó formalmente la colaboración; y desde abril, Domecq asumió la distribución de Alipús en México, tras llegar a un acuerdo con el distribuidor anterior", asegura el director general de Casa Pedro Domecq en México Martin Skelton.

Así de acuerdo con su director Domecq aporta tres cosas clave:

  • Músculo de distribución, aprovechando su presencia en hoteles, restaurantes y bares donde ya opera con otros productos del portafolio.
  • Capacidad financiera para invertir en infraestructura y proyectos de largo plazo en las comunidades mezcaleras.
  • Experiencia en categorías de legado, como el vino, donde el tiempo, el origen y el respeto al productor son tan importantes como la etiqueta.

"Domecq llega para construir sobre lo que ya existe, no para desfigurar el proyecto. Queremos proteger los campos y las comunidades, construir desde la distribución, que es lo que sabemos hacer, no venimos aquí a modificar ni estropear nada de su esencia”, explica Martin Skelton.

El rol de Karina Abad: ciencia, consistencia y premios

En la historia de Alipús hay una figura técnica fundamental: Karina Abad. Antes de integrarse al proyecto, fue inspectora del Consejo Regulador del Mezcal en los años noventa. Desde ahí vio los retos de la categoría y la necesidad de profesionalizar procesos sin perder lo artesanal. Se unió a Alipús desde 2007.

Gustavo y Jaime la invitaron para acompañar a las familias productoras a: Mejorar y estandarizar la producción. Lograr destilados consistentes entre lote y lote. Cumplir con parámetros de calidad que permitieran competir en mercados exigentes.

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Domecq y Alipús: la alianza que sostiene 25 años de un proyecto mezcalero únicoCortesía

Con el tiempo, Karina impulsó también proyectos de sustentabilidad que han dado a Alipús premios y reconocimiento: desde la mejora de procesos hasta la colaboración con universidades para la regeneración de magueyes silvestres.

Para Domecq, encontrar un proyecto con esta base técnica y ética era crucial. "No se trataba de comprar una marca, sino de sumarse a una iniciativa que ya había demostrado coherencia y visión de largo aliento", asegura Martin Skelton.

Un laboratorio de biodiversidad: Más de un millón de magueyes devueltos al campo

Uno de los capítulos más poderosos de esta historia es el trabajo alrededor de la biodiversidad del agave. Desde 2009, preocupados por la desaparición de variedades endémicas —como el tobala, que hacia 2010 estaba al borde de agotarse en algunas zonas—, Los Danzantes y sus aliados arrancaron un proyecto conjunto con la Universidad Autónoma Chapingo.

El proceso ha sido intenso. Primero se trabajó con semillas de tobala, recuperando plantas a partir del material disponible. En otras variedades fue necesario recurrir a los hijuelos, pequeñas plantas que crecen alrededor del maguey madre. Con técnicas desarrolladas en laboratorio, de un solo hijuelo se lograban 20 o 30 nuevas plantitas. Mientras que equipos de campo —entre ellos Karina, Gustavo y colegas de la universidad— pasaron semanas buscando hijuelos entre la hierba para rescatar material genético.

De ese trabajo surgieron tres grandes viveros, equivalentes a unas dos hectáreas sembradas, con plantas listas para reforestación. Cuando Martin Skelton se integró al proyecto, la pregunta era evidente: "¿Qué hacemos con todas estas plantitas si nadie las compra?". La respuesta fue tan simple como contundente: donarlas.

En un primer corte se vendieron 35,000 y se donaron 65,000. Hoy, el balance es abrumador:1,050,000 plantitas de unas 20 variedades indígenas de Oaxaca vendidas y, sobre todo, donadas a comunidades mezcaleras.

El esfuerzo no se quedó en la entrega del material vegetal. Se impartieron cursos de agricultura para enseñar a cuidar las plantas, reducir el tiempo de maduración de 20 a unos 8–10 años y garantizar que el conocimiento quedara en las comunidades.

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25 años guiados por el espíritu del agave.Cortesía

Ahí es donde el papel de Domecq se vuelve estratégico: respaldar económicamente un esfuerzo que no genera resultados inmediatos, pero sí garantiza el futuro de la categoría.

Otro frente donde la alianza ya está dejando huella es la modernización de los procesos de destilación para reducir el impacto ambiental.

Skelton explica que están trabajando con las comunidades para instalar hornos de gas natural en las etapas donde la madera no aporta nada al perfil sensorial, particularmente en la destilación. La idea es que la leña se use únicamente en la cocción del maguey, donde sí tiene una función organoléptica directa.

Más que comercio justo: familias que se quedan, no que migran

Detrás de cada botella de Alipús hay historias de movilidad, retorno y arraigo. Skelton recuerda la visita a una familia en San Andrés: la productora le contaba que doce de sus hermanos habían migrado a Estados Unidos para trabajar en granjas. Con los años, gracias a la constancia del proyecto, parte de esa familia regresó y hoy trabaja en el mezcal. Por eso insiste en que Alipús va "más allá del Fair Trade clásico":

"No se trata solo de pagar un sobreprecio. Se trata de mantener relaciones de largo plazo, apoyar proyectos comunitarios y asegurar que las familias tengan una actividad económica estable. Cuando la demanda sube, se buscan más familias productoras, se diversifica el trabajo y se evita presionar en exceso a una sola comunidad", asegura.

Para Domecq, este enfoque social es parte de lo que hace valioso al proyecto: demuestra que es posible construir una categoría sólida integrando a las comunidades en el modelo de negocio, no dejándolas al margen.

San Juan del Río y la familia Antonio Juan: volver al origen en la copa

Durante el maridaje del aniversario, los asistentes probaron un cóctel elaborado con mezcal de San Juan del Río, la primera comunidad mezcalera con la que trabajó Alipús. El equipo explicó que se trata de un destilado proveniente de una zona de la Sierra Norte donde el maguey crece en laderas muy inclinadas, lo que se traduce en notas cítricas, florales y un perfil particularmente elegante.

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Un proyecto con mucho corazón. Mezcal 100% tradicional.Cortesía

Para la edición especial de los 25 años, el guiño al origen fue aún más explícito:

Es un mezcal elaborado por la familia Antonio Juan, la primera familia productora de Alipús. Es una mezcla de tres agaves: sierra negra, tepextate y espadín.

Se produjeron dos lotes que suman 3,000 botellas, numeradas, para conmemorar el aniversario.

“Es muy significativo que los 25 años de Alipús se celebren con la familia Antonio Juan”, se dijo durante el brindis. Más que un gesto simbólico, es una declaración de principios: el proyecto no olvida de dónde viene ni quiénes lo hicieron posible.

En el mundo de los destilados, Martin Skelton distingue entre productos de moda —listos para beber, saborizados, efímeros— y categorías de legado: aquellas construidas sobre tiempo, territorio y relaciones profundas.

Para él, el mezcal —y Alipús en particular— pertenece a esta segunda categoría, siempre y cuando se cuide la biodiversidad, la sustentabilidad y la participación real de las comunidades, para así apostar por un mezcal que se cuenta a 25 años… y, con suerte, por lo menos a 25 más.

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Miriam Lira

Periodista gastronómica. Ha colaborado en medios como Reforma, Uno Tv, Revista Fortuna, Contralínea, El Universal, Food and Travel y El Heraldo de México, en donde fundó en 2017 Gastrolab, ganador de Mejor Medio de Comunicación gastronómica en 2023 por Vatel Club México. Ganadora de la beca Women Deliver 2019.

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