Oh, soledad, mi dulcísima elegida

Carlos y Alelu platican. Se coquetean, se retan, juegan a ser el superhéroe uno del otro. Cada uno está en su cuarto, pueden estar separados apenas por unos metros o por muchos kilómetros. Frente a la pantalla de la computadora, con una pequeña cámara por testigo, Carlos y Alelu quieren decirse la verdad de sus sentimientos. Una verdad que se les escapa, que los elude, aunque ellos la conocen en primera persona.

Así comienza el espectáculo Solitude, una especie de ópera contemporánea que también es danza, y teatro, y videoinstalación. Es, en suma y atendiendo a la definición de sus creadores, Solitude es un espectáculo escénico que juega a ser un videojuego teatral.

Solitude es sobre todo una unión ecléctica de varias artes, mentes y épocas. La música es del compositor barroco Henry Purcell, quien en el siglo XVII compuso lo que Pete Towsend de The Who ha llamado las primeras canciones de rock de la historia. El tema que da título al espectáculo es precisamente O Solitude : Oh, soledad, mi dulcísima elegida canta la canción una voz de soprano. Aquí las canciones originales, tal como las concibió Purcell, sirven para describir la alegría, la desesperación y la introspección de un grupo de jóvenes del siglo XXI.

Las mentes son las de tres creadores: la coreógrafa mexicana Vivian Cruz, el director belga Wouter van Looy, y el director de orquesta suizo Pierre Louis Rétat. Además de la música de Purcell, la puesta en escena recibe influencia de autores varios: el Shakespeare de La tempestad, pero también el Jaime Sabines de Los amorosos.

Los intérpretes son todos muy jóvenes, apenas estudiantes de música, teatro y danza. Su energía juvenil dota de gran verosimilitud el discurso lírico (que por momentos es difícil de seguir. No es un espectáculo perfecto. Podría serlo): sin duda cada uno de los participantes han tenido charlas como las que unen, y separan, a Carlos y Alelu. El financiamiento de la obra es totalmente del FONCA y del Centro Nacional de las Artes.

Puesta por primera vez en 2009 en Amberes, Solitude pretende ser algo así como un fogueo de alta calidad para este grupo de jóvenes estudiantes. A decir de Van Looy, después de esto podrán decidir si quieren esto, o mejor dedicarse a las computadoras .

Solitude es una experiencia entrañable. Tendrá una corta temporada, así que no hay que perdérsela. Sobre todo toca las fibras de todos aquellos que sepan lo deprimente que es la vida cuando parece un videojuego que tarda en cargarse y aquellos que conocen la nostalgia profunda que suelen acompañar las charlas nocturnas en un chat.

Teatro Jiménez Rueda

Plaza de la República 154, frente al Monumento a la Revolución. Del 2 al 18 de septiembre. Viernes a las 8 pm, sábados a 7 pm, domingos a las 6 pm. Entrada: $45