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La violencia física que sufren las mujeres está vinculada con la económica

Las implicaciones del paro nacional de mujeres dejó pérdidas de más de 30 millones de pesos, pero esto es un reflejo de la desigualdad económica de la que también son víctimas al representar sólo el 40% del mercado labora.

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Las implicaciones de un paro total convocado por mujeres, para mujeres, el pasado 9 de marzo tuvo repercusiones para la economía en términos millonarios; sin embargo, esta situación refleja la falta de seguridad económica y física a la que están sometidas las trabajadoras en México.

Solamente 40% del mercado laboral es ocupado por mujeres, una cifra baja si se compara con países como Chile, en el que la participación económica de las mujeres es de por lo menos 20% mayor que en México, esto según el análisis de la economista Carmen Ponce, colaboradora de Comunicación e Información de la Mujer AC (CIMAC), quien en charla con El Economista dijo que la situación de violencia de género también está perpetrada en el sector económico hacia las mujeres, quienes no tienen las mismas oportunidades de trabajo que los hombres.

“Esa violencia física que están padeciendo las mujeres está íntimamente vinculada a la violencia económica. La aportación de las mujeres en el trabajo remunerado es de 40%, mientras que el de los hombres es de 70%, esta participación de mujeres en el mercado laboral es de las más bajas, si las comparamos con la de Chile, que es de 60%, la realidad es que sí estamos muy bajos, se dice que las cifras de México sólo son comparables con las de Arabia Saudita, lo que quiere decir que hay muy pocas mujeres en el mercado laboral”, destacó.

“Eso no significa que no sean importantes, porque aunque el volumen es poco, lo que se quiere saber es en qué sectores de la actividad económica están insertas, y también en qué niveles están insertas. Están predominantemente en el sector servicios, entonces es muy importante porque al menos en la Ciudad de México y en la mayoría de los estados su actividad más importante son los servicios. Ahí es donde está la mayoría de las mujeres”, explicó.

La desigualdad laboral de las mujeres también se encuentra relacionada con los niveles en los que las mujeres se desempeñan en la actividad económica, muy pocas ocupan puestos directivos, de tomas de decisión o de influencia política; la mayoría de las mujeres se ubica en servicios, manufactura o entre actividades de las que sus ganancias no son oficialmente reconocidas.

“En segundo lugar están en la industria y en tercer lugar en la agricultura. En cuanto al trabajo no remunerado están en todo, porque ahí están en el cuidado de los hijos, de los enfermos, de los ancianos y de los discapacitados, en la alimentación, labores domésticas. Este trabajo doméstico no remunerado, de acuerdo con las cifras del Inegi en 2017, representó 5.5 billones de pesos, y favorecen el 23% del Producto Interno Bruto, sólo en el sector manufacturero”, explicó la experta Carmen Ponce.

“En términos de horas, las mujeres dedican a estas actividades (de manufactura) 76.4%, mientras que los hombres, 23%; ahí estamos viendo una brecha de género importante”, comentó.

“Nunca habíamos tenido un paro, pero este tuvo una enorme importancia y trascendencia, porque también es cierto que el nivel de violencia es cada vez mayor y esa violencia sólo deja ganancias al crimen organizado, porque hasta el Estado presenta pérdidas con los índices de violencia, porque pierde capital político, en la medida que se han tenido respuestas poco asertivas y por lo que ha crecido la oposición”, finalizó.

No es mujeres contra hombres

En entrevista Mónica Salazar, directora general de Dignificando el Trabajo AC, también sugirió que la violencia que viven las mujeres en diferentes ámbitos es lo que desencadenó en el primer paro nacional femenino en México, sin embargó, destacó que esto no implica necesariamente una guerra entre ambos géneros.

“No son las mujeres contra los varones, es exponer que las mujeres en este país estamos en condiciones precarias de violencia y de seguridad, en lo privado, en las relaciones, en situaciones de poder, pero también en la vía pública, creo que el movimiento es lo que está tratando de decir, y parte de esa conciencia es que los empleadores dijeran que el 9 nadie se mueve”, dijo.

Pero todavía hay un grueso de la población que pese al cambio de consciencia colectiva no pudo parar, como son las trabajadoras del hogar; “que un día que no vayan a trabajar, implica que dejan de percibir ese ingreso, porque todavía se le sigue pagando al día, así están muchas mujeres de este país. La consecuencia social, política que se está viviendo con el paro tiene mucho que ver y es un reflejo de lo que se vive afuera”, concluyó.

katia.nolasco@eleconomista.mx

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