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Arte e Ideas

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El porqué del pavo y los romeritos

La tradición de comer romeritos en Nochebuena tiene sus orígenes en el virreinato, época en la que el 24 de diciembre se guardaba vigilia, pues el 25 se comía el pavo; hay, al menos, tres versiones del porqué el pavo es el plato principal.

El guajolote o pavo es un ave oriunda de México y de América del Norte. Los estudiosos del tema no se ponen de acuerdo sobre el origen de la palabra guajolote, que podría derivar del náhuatl, hueyí, viejo , y xólotl, animal o monstruo o una especie de dios de la noche dado el aspecto de esta criatura en su madurez.

También se dice -lo que es poco probable- que fue Cristóbal Colón el que nombró a los guajolotes, pavos, al pensar que dicha ave pertenecía a la familia de los pavorreales de India. Y es improbable que el descubridor les diera tal denominativo porque, en los cuatro viajes que realizó a lo que él creía las indias, nunca estuvo en tierras en las que hubiera guajolotes.

De lo que no existe duda es que el aventurero Pedro Nuño lo lleva a Galicia, España, en 1499 y que, años después, Hernán Cortés da a conocer en la corte española al huexólotl, gallina de estas tierras , según testimonio de Bernal Díaz del Castillo, o gallina grande o gallo de papada , según traducciones más recientes. Pronto su carne blanca se convierte en un manjar de las cortes europeas.

Hay, al menos, tres versiones del porqué el pavo es en México -y en otros lugares- el plato principal de la cena de Navidad.

La primera indica que los antiguos pobladores de México lograron no sólo domesticar al guajolote, sino que tenían en alta estima su sabor combinado con algún mole. De esta manera, cuando los conquistadores llevaron a cabo la evangelización, en sus celebraciones religiosas -sobre todo las importantes- cocinaban pavo para ofrecerlo a su congregación.

Y de aquí que se haya convertido en el plato principal que festeja la Navidad.

La segunda versión indica que cuando en 1620 los colonizadores ingleses desembarcaron en lo que ahora se conoce como Massachusetts, Nueva Inglaterra, no murieron de hambre gracias a la caza de pavos silvestres o salvajes y, tras un año de estadía y buenas cosechas, celebraron en noviembre de 1621 el primer Día de Acción de Gracias con un firkee (que fonéticamente se parece mucho a turkey, pavo en inglés) como plato principal.

Tres siglos después, durante las décadas de los 30 y 40, fueron tales los excedentes de la crianza de pavos que Estados Unidos los empezó a exportar a Latinoamérica con tan buena fortuna que se convirtió en el platillo navideño por excelencia.

La tercera causa que indica la popularización del pavo navideño se debe a la obra Un cuento de Navidad, de Charles Dickens.

Romeritos

Los romeritos (no confundir con el romero) son un quelite que crece en la milpa y se sirve en mole con nopalitos y papa. En la antigüedad se solían acompañar con ahuautli, hueva de chinche acuática -muy prolífica en el otrora lago de Texcoco-, y que es el antecedente de las tortitas de camarón seco.

La tradición de comer romeritos en Nochebuena tiene sus orígenes en el virreinato, época en la que el 24 de diciembre se guardaba vigilia, pues el 25 se comía el pavo. Y nada mejor para paliar el hambre que, aprovechando el mole que se serviría con el guajolote, preparar esta vianda vegetariana que, al paso de los años, se volvió una costumbre imprescindible de los días de guardar: Semana Santa y Navidad.

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