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Opinión

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El secuestro de Julia Carabias

Hace unos días, Julia descansaba en la Estación Chajul, en la Selva Lacandona. En la madrugada, entró a su cabaña un grupo de encapuchados y la secuestró.

Nadie sabía a dónde la habían llevado, ni cómo estaba. Muchos intuíamos por qué y quiénes la habían privado de su libertad.

Desde hace lustros, Julia defiende la conservación de la selva, en la Reserva de la Biósfera de Montes Azules. Lo hace con Javier de la Maza y otros biólogos, agrupados en Natura y Ecosistemas Mexicanos . Cuentan con el apoyo de grandes instituciones académicas, empresas públicas, organizaciones sociales y, sobre todo, de la mayoría de la comunidad lacandona y los ejidatarios de Marqués de Comillas.

Julia es una de las mexicanas más valiosas que conozco. Su compromiso no es de una ecologista que desde la ciudad promueve la conservación, sino de un científico que vive en la selva e investiga, propone, impulsa y desarrolla proyectos con el binomio conservación ambiental-sustentabilidad de las comunidades.

Hasta el momento, ha sido bastante exitosa: Construyó tres estaciones de control y monitoreo de la fauna; impulsó varios proyectos productivos, como las artesanías con nuevos productos, hoteles ecoturísticos de primer nivel y un mariposario, entre otros, que apoyan la economía de las comunidades.

Su trabajo está cerca del corazón lacandón, que es una cultura que sabe vivir con y de la selva, sin depredarla. Pero empieza a estar amenazado por grupos de población periféricos y por el crecimiento demográfico explosivo de la región.

Hay quienes ven en la selva una vía fácil para empoderarse y enriquecerse, vendiendo la tierra para transformarla en potreros, tierras de cultivo o plantaciones. Dar ese uso a la selva, históricamente ha demostrado que no resuelve el problema económico y sí destruye lo que llevó siglos en crecer. Además, es una reserva de la biósfera protegida por las leyes federales, es un recurso que proporciona servicios ambientales invaluables.

Lo complejo es que hay que conservar a la vez que apoyar la economía local. Muchos lacandones entienden lo anterior. Han desarrollado proyectos sustentables que mejoran su ingreso. Pero los líderes que quieren dinero fácil y rápido presionan para invadir, regularizar y vender.

Las autoridades estatales, la Sedatu y la Semarnat, deben analizar la agresión a Julia como un claro aviso de que el tema es prioridad, no local, no estatal, sino nacional, para resolver un tema que hoy terminó en su liberación, pero mañana puede significar mucho que lamentar para todos, de no resolverse el trinomio ambiental-político-social.

emoctezuma@tvazteca.com.mx

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