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Opinión

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Cuando se les acabe la gasolina

La gran depresión Por: Enrique Campos Suárez

El programa fue todo un éxito. Los distribuidores de autos nuevos en Estados Unidos vendieron 690,114 autos nuevos gracias al programa de canje de carcachas por efectivo.

Los estadounidenses decidieron dejar en las agencias sus Explorers y Grand Cherokees, para llevarse a sus casas Corollas y Civics. Han dejado de lado esos grandes motores con consumos promedio de menos de 5 kilómetros por litro, para manejar autos compactos con rendimientos superiores a los 10 kilómetros por litro.

El tema es que para que esto fuera posible, para que en prácticamente un mes se vendiera tal cantidad de autos nuevos, con todo y su cascada de beneficios para muchos sectores, se requirió del concurso del gobierno y el Congreso de EU y, claro, del dinero público.

Se tuvieron que utilizar 2,880 millones de dólares para este programa. Recursos de un presupuesto robusto pero no infinito, como de hecho es el dinero.

El problema es que ni siquiera el gobierno de EU tiene la capacidad de mantener ese ritmo de gasto para respaldar su economía.

Porque no sólo se trata del programa cash for clunkers. Son innumerables rescates financieros y empresariales, éstos son programas de apoyo a deudores, de compra de maquinaria, de subsidio de tasas de interés.

La economía de EU está marcando un punto de inflexión, esencialmente por el dinero público que se ha invertido.

La deuda pública de EU alcanza ya los 11,000 millones de dólares y aunque tenga el monopolio de la fabricación de los dólares, pueden llegar a ser poco atractivos para el mundo.

¿Qué va a pasar cuando al gobierno de EU, y de hecho a los gobiernos del mundo, se le acaben las canicas para jugar a reactivar la economía?

Si pasada la euforia inicial de los planes anti cíclicos, los gobiernos se ven en la necesidad de suspender sus programas emergentes e, incluso, en la necesidad de subir impuestos para recuperar su equilibrio, van a tirar otra vez la economía.

Y si deciden seguir gastando, endeudándose y mantener sus programas de respaldo económico, van a invocar al monstruo de la inflación, que tirará de nueva cuenta la actividad económica.

Los gobiernos tienen que diseñar buenos planes de escape de sus economías.

Para hacer mutis sin que se note en extremo. No es cuestión de que se ausenten por completo, porque creo que ese modelo económico se acabó, pero sí que no interfieran con el dinero artificial de los impuestos que pueden provocar el modelo de Montaña Rusa en la economía.

La primera piedra

La verdad es que resulta un poco triste ver lo que tienen que inventar los comercios para tratar de sobrevivir.

Más allá de las constantes baratas de las tiendas departamentales y de autoservicio, el pretender adelantar tanto sus calendarios es, al menos desconcertante.

Apenas esta semana terminaron las vacaciones de verano y hay tiendas que ya tienen exhibidos los artículos ¡de Navidad!

Es de no dar crédito cómo tiendas como El Palacio de Hierro han montado ya sus tradicionales exhibiciones de árboles, esferitas, nacimientos, series de luces. Es pasar por esos anaqueles y no dar cuenta de que Santa Claus está frente a nosotros en pleno verano.

No puede ser una apuesta a las compras tradicionales de fin de año, porque ésas re realizan con los bonos y aguinaldos, es más bien una vela prendida a San Crédito. Es la esperanza de ablandar corazones desde ahora para que se firmen las compras de estos artículos que acabarán empolvados en una esquina hasta que se puedan utilizar.

Cuatro de cada 10 pesos que venden este tipo de comercios, lo hacen justo en la temporada de fin de año.

Pero, adelantar tanto su fórmula mágica de hacer negocios, la verdad es que resulta un poco deprimente. ¡Porque falta mucho tiempo para la Navidad!

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