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Opinión

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Aclarar el gran debate sobre la desigualdad en Estados Unidos

La métrica más clara es la desigualdad del ingreso laboral, que se refiere a lo que los trabajadores de altos ingresos reciben en relación con los trabajadores de bajos ingresos

BOSTON. Los debates sobre las tendencias de desigualdad en Estados Unidos han saltado de las páginas de publicaciones académicas a los principales medios de comunicación. Mientras que los conservadores vienen cuestionando desde hace tiempo si la desigualdad en Estados Unidos realmente ha aumentado o no, The Economist recientemente intervino, concluyendo que “la idea de que la desigualdad está en aumento dista de ser una verdad evidente”. Desafortunadamente, este debate ha tergiversado varias cuestiones de manera inútil.

Existen diferentes nociones de desigualdad, y cada una de ellas es relevante para un tema diferente. La métrica más clara es la desigualdad del ingreso laboral, que se refiere a lo que los trabajadores de altos ingresos reciben en relación con los trabajadores de bajos ingresos. Cuando hablamos de cómo les está yendo a los trabajadores con títulos universitarios en comparación con aquellos que sólo tienen un título de escuela secundaria, también estamos hablando de desigualdad del ingreso laboral.

Por supuesto, medir el ingreso laboral no es algo sencillo, porque hay ganancias que no se declaran, y algunos individuos que están muy bien remunerados emplean estrategias para hacer que su ingreso laboral parezca ingreso de capital (que se grava con una tasa más baja). Asimismo, a la hora de determinar si los salarios (ajustados por inflación) han aumentado, existe un debate acalorado sobre si el índice de precios al consumidor sobrestima la inflación real. Pero aún después de tener en cuenta estas cuestiones, no existe ninguna duda de que la desigualdad del ingreso laboral ha aumentado por lo menos desde 1980, y que la tendencia ha continuado desde la Gran Recesión posterior a 2008.

Esta tendencia contrasta marcadamente con la era de posguerra, cuando la desigualdad del ingreso laboral era estable o decaía. Desde los años 1950 hasta principios de los años 1970, los trabajadores con un título secundario, o ni siquiera, gozaban de un crecimiento salarial real a la misma tasa que aquellos que tenían un título universitario o superior. Pero este patrón de prosperidad compartida terminó entre fines de los años 1970 y principios de los años 1980. Si bien los ingresos reales de los trabajadores con títulos universitarios han seguido aumentando de manera sostenida, los trabajadores sin un título universitario hoy ganan menos de lo que ganaban en 1980.

Contrariamente a lo que sugiere The Economist, este patrón general no se cuestiona. Si bien un documento reciente, de David Autor, Arin Dube y Annie McGrew, muestra que los salarios en la parte inferior de la distribución finalmente empezaron a aumentar alrededor de 2015, lo que llevó a una compresión considerable entre la parte superior y la parte inferior después de 2020, aquellos en la parte inferior siguen ganando mucho menos que en 1980 en relación con los trabajadores en la parte superior. Una segunda definición de desigualdad reside en el ingreso general (previo a impuestos y transferencias), que incluye no sólo el ingreso laboral, sino también el ingreso generado por dividendos, ganancias de capital y beneficios comerciales que se informan en las declaraciones de impuestos. El problema con esta métrica es que el beneficio comercial no siempre se declara y otras formas de ingreso de capital aparecen en los registros fiscales sólo cuando las ganancias de capital se concretan (como cuando alguien vende acciones por más de lo que las pagó).

Aun así, existe un amplio consenso sobre lo que ha sucedido con la “desigualdad de ingresos total observada” o la “desigualdad del ingreso fiscal”, que simplemente captura los ingresos totales en las declaraciones de impuestos. Aquí, el porcentaje del 1% superior ha aumentado de aproximadamente el 8% apenas antes de 1980 a casi el 18% en 2019; cuando se incluyen las ganancias de capital, la cifra aumenta a más del 21%.

Gran parte del debate actual se origina en el trabajo seminal de Thomas Piketty y Emmanuel Saez, y una metodología complementaria que desarrollaron junto con Gabriel Zucman. Este trío asigna el ingreso de capital no declarado de una manera que sigue estrechamente la distribución del ingreso de capital declarado, lo que permite encontrar un incremento muy similar en el porcentaje de ingresos general del 1% superior comparado con su porcentaje de ingreso fiscal observado. Pero ahora, un trabajo publicado recientemente por los economistas Gerald Auten y David Splinter cuestiona las famosas revelaciones del trío.

Parte del desacuerdo tiene que ver con el ingreso de capital no gravado, ya sea por una evasión impositiva o por diversas exenciones, como las que se aplican a las ganancias corporativas retenidas y al ingreso en varias cuentas de retiro y fideicomisos. Como hoy se estima que este componente no gravado representa cerca del 90% de todo el ingreso de capital, la pregunta es cómo está distribuido. Auten y Splinter suponen que el ingreso de capital no gravado está distribuido de manera mucho más equitativa en comparación con lo que dicen Piketty, Saez y Zucman, y estiman que el porcentaje de este ingreso que corresponde al 1% superior es mucho menos que su porcentaje del ingreso de capital observado (15% versus cerca del 50% por el ingreso de capital gravado hoy).

Hay buenas razones para que el 1% superior pueda tener un porcentaje menor del ingreso de capital no gravado comparado con el ingreso de capital gravado (por ejemplo, muchas empresas pequeñas no declaran sus ingresos y muchos estadounidense de clase media tienen cuentas de retiro). Sin embargo, dadas las muchas opciones con las que cuentan los ricos para evadir impuestos, parece poco razonable suponer que, verdaderamente, controlen una proporción tan pequeña del ingreso de capital no gravado. Asimismo, inclusive con los ajustes de Auten y Splinter, el porcentaje del 1% superior del ingreso general aumentó entre 1980 y hoy, aunque significativamente menos de lo que dicen Piketty, Saez y Zucman.

Cuando Auten y Splinter, y algunos en los medios, dicen que no ha habido ningún incremento de la desigualdad, se refieren a otro indicador importante: el nivel de desigualdad que existe después de impuestos y transferencias. Esto es particularmente difícil de medir, ya que hay una buena dosis de redistribución dentro del código tributario de Estados Unidos, y el sistema más amplio de impuestos y transferencias del país es extraordinariamente complicado. Por ejemplo, determinar quién recibe beneficios pagados por el empleador e ingreso por retiro no es para nada claro.

Aquí, Auten y Splinter hacen más ajustes y llegan a su determinación principal de que el porcentaje después de impuestos y transferencias del 1% superior se ha mantenido más o menos constante, en alrededor del 8%, desde los años 1960. Pero, como es probable que se subestimen las estimaciones de Auten y Splinter del porcentaje del ingreso general del 1% superior (debido a cómo tratan el ingreso de capital no gravado), también es probable que sus estimaciones del porcentaje después de impuestos y transferencias del 1% superior sean menores de lo que deberían ser. El debate sobre este punto seguramente continuará.

Pero este tipo de debates no deberían oscurecer lo más importante de todo en la historia de la economía de Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Después de tres décadas y media en las que todos los grupos demográficos, en gran medida, se beneficiaron del crecimiento económico, el patrón de prosperidad compartida ya no es como era. Aunque algunos de los costos sociales y económicos resultantes han sido neutralizados por los impuestos y las transferencias, eso no cambia el hecho de que la economía de mercado, junto con las tendencias tecnológicas que ha generado y la globalización que ha fomentado, ha funcionado mal y ha dado lugar a una inmensa desigualdad.

El autor

Profesor de Economía en el MIT, es coautor (junto con Simon Johnson) de Power and Progress: Our Thousand-Year Struggle Over Technology and Prosperity.

Copyright: Project Syndicate 1995–2024

www.projectsyndicate.org

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