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Abascal e Iglesias tienen el control de la agenda política en España
El presidente del Gobierno español y el líder de la oposición mandan con firmeza en sus partidos y en la gestión parlamentaria. Pero ni Pedro Sánchez ni Pablo Casado controlan la agenda política española; son sus socios, a derecha e izquierda, quienes marcan los asuntos sobre los que debe planear el debate político. Santiago Abascal (Vox) y Pablo Iglesias (Unidas Podemos) representan un contrapoder a los dos grupos que protagonizaron la transición y se fueron turnando en el Ejecutivo durante 40 años.
La lucha por la hegemonía en la izquierda y en la derecha les ha llevado distanciarse, e incluso a construir un muro infranqueable que imposibilita cualquier acuerdo en unos momentos de cuádruple crisis (sanitaria, económica, social e institucional), de la que solo se puede salir con diálogo y consenso. Dos términos que posibilitaron el desarrollo de la más larga etapa de prosperidad, libertad y democracia en España, que corre el riesgo de romperse por la fuerza centrífuga de los populistas de uno y otro bando que tienen secuestrada la voluntad de PSOE y PP. Como socialistas y populares no rompan sus cadenas con Unidas Podemos y Vox, el futuro de nuestro país está en peligro.
Hoy, el Congreso será el escenario de una moción de censura contra Pedro Sánchez, presentada por Vox. Un movimiento condenado al fracaso por las puras matemáticas parlamentarias, pero que supone un intento de Abascal y sus seguidores para seguir arañando votos y escaños a Pablo Casado. No les falta razón a algunos líderes socialistas cuando apuntan que la moción de censura no está planteada contra Sánchez, sino contra Casado.
Casualmente, o no, el movimiento de Vox es similar al realizado por Podemos en junio de 2017 contra Mariano Rajoy. Pablo Iglesias presentó la moción sabiendo que no tenía posibilidad alguna de ganarla; de hecho, se saldó con 170 votos en contra, 82 a favor (Podemos y los independentistas) y las 97 abstenciones de los socialistas. La formación morada lo planteó como un paso más en la escalada para arrebatar la hegemonía de la izquierda al PSOE. Cosa que nunca llegó a conseguir y que llevó, al cabo del tiempo, a que Iglesias se asociara con Sánchez en el llamado gobierno progresista de coalición, actualmente en el poder.
Curiosamente también, el PP de Rajoy y el PSOE de Sánchez han seguido la misma estrategia frente a la irrupción de competidores a su derecha e izquierda. Tras la aparición de Podemos en el panorama político, los populares incentivaron de muy diversas formas su crecimiento, pensando que le irían robando votos a los socialistas hasta impedirles volver al Gobierno tras la caída de José Luis Rodríguez Zapatero. Y se equivocaron, porque el crecimiento de la extrema izquierda permitió al PSOE ir recuperando poco a poco su base electoral hasta sumar votos para formar gobierno con los radicales de izquierda y el apoyo de los independentistas. Ahora son los socialistas los que dan hilo a la cometa de la ultraderecha, que sigue todavía en alza, intentando bloquear la recuperación de votos del PP.
Pero lo que consiguieron, primero Rajoy y luego Sánchez, es hacer crecer el radicalismo y perder el poder que otorga a un partido manejar la agenda política. En estos momentos, socialistas y populares dependen demasiado de las propuestas, cuando no de las exigencias, de sus socios, lo que les ha llevado a proponer un debate político basado en la crispación y la polarización, que impide cualquier conato de negociación sobre los temas que exigen pactos de Estado.
El presidente del Gobierno está encadenado a las presiones de Unidas Podemos y los independentistas (de quienes depende para permanecer en La Moncloa) y el líder de la oposición vive lastrado por las encuestas que le van diciendo cuándo se aleja de Vox y cuándo se cierra la brecha.
Y los perdedores de ese juego endemoniado somos todos los españoles.
@JavierAyusoC