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El Mundial 2026 en la era Trump

Desde la victoria de Donald John Trump en la elección para la presidencia de los Estados Unidos de América se avizoran los efectos de dicho acontecimiento en Norteamérica, en especial en México. A partir de noviembre de 2024 y hasta antes de su toma de posesión, el magnate neoyorquino ha manifestado las medidas que tomaría respecto a nuestro país, la mayoría de ellas formuladas como amenazas, a saber: la implantación de 25% de aranceles a las importaciones provenientes de México; la designación a los cárteles mexicanos como terroristas; las deportaciones masivas de inmigrantes mexicanos. A Canadá no le ha ido mejor, Trump entre otros señalamientos ha manifestado que el país de la hoja de maple debería ser un estado más de la Unión Americana.
La experiencia del primer mandato del próximo presidente estadunidense nos dice que gran parte de sus dichos no terminan en acciones de gobierno. No obstante, usa sus desafíos como una estrategia de negociación, en la cual su agresividad coloca a sus contrapartes en desventaja automática, por tanto, los interlocutores en la búsqueda de evitar el mal mayor, fácilmente acceden al mal menor.
Este clima adverso, en este caso para México y Canadá, es respaldado por la amplia base de simpatizantes del empresario, tanto en EUA como en el mundo. Es decir, el efecto de estos acres planteamientos crea una narrativa hostil contraria a dichos países y, por su puesto, a la visión de Norteamérica. De tal forma, el discurso Trump choca con la construcción simbólica, pero también material de un campeonato mundial de fútbol entre los tres países de la región norteamericana. Basta recordar que el lema del Mundial 2026 es #United26 o #Somos2026.
En 2018, cuando FIFA y los dueños del fútbol de la Unión Americana y de México acordaron hacer el primer Mundial conjunto no se imaginaron que tendrían un entorno político adverso para su organización. Entre los seis y diez ejes que la FIFA trabaja con los tres gobiernos de la región para la organización del Mundial, hay tres que son críticos para el buen éxito de la competición y que requieren estrecha y quizá nueva colaboración entre los tres países: migración, seguridad y logística comercial.
En este sentido, la actitud y acciones de la nueva Administración Trump ya no sólo generarán un contexto anticlimático para el Mundial, entorpecerán sin duda la organización del evento. La incertidumbre que genera Trump hacia sus “socios regionales” no permitirá facilitar los flujos migratorios entre los tres países que FIFA desea para sus agremiados, patrocinadores y público en general. ¿Se imaginan un Mundial en el que EUA deporte masivamente a los nacionales del país que más afición llevará a los estadios y plazas de los tres países?
Respecto a la seguridad, es necesario el intercambio de información e inteligencia antes y durante el Mundial, así como acciones coordinadas y conjuntas ante posibles actos que afecten la seguridad e integridad de los países. ¿La Administración Trump se verá tentada a tratar de intervenir en cuestiones de seguridad en México y EUA so pretexto del Mundial? Indudablemente los cuerpos de seguridad, defensa, marina e inteligencia mexicanos y canadienses estarán a la defensiva y reacios a abrir “de más” la puerta a su vecino incómodo, lo cual puede aumentar riesgos en la seguridad del Mundial.
Qué decir de la movilidad de mercancías y comercio entre los tres países y de otras naciones hacia estás tres naciones para la Copa del Mundo. Ante la necesidad de hacer un esquema expedito que permita el flujo de bienes y servicios en distintas fases del Mundial, la mejor noticia que podría tener FIFA y los demás interesados es que no existan aranceles que casi imposibiliten el intercambio comercial y logístico para la competición. Imaginemos la mesa trilateral de logística en pausa permanente en tanto se conozca si habrá o no barreras al libre comercio entre los socios del TMEC, el cual también se revisará en 2026.
¿Está en riesgo el Mundial 2026 ante este escenario? Sí lo está, si Trump sacó a EUA del Acuerdo de París puede tornar casi imposible la realización de la Justa deportiva. No obstante, considero que, a pesar de la dificultad en el avance oportuno de áreas sensibles del campeonato, en 2026 rodará el balón en los tres países de manera exitosa. La popularidad del Mundial de futbol es demasiada como para que Trump vaya contra ella.
Entonces ¿Qué debe hacer la FIFA y los gobiernos de México y Canadá con el Mundial 2026 en la inevitable era Trump? Usar una herramienta que ha sido eficaz para resolver problemas entre países tan antagónicos como EUA-China; India-Pakistán; las dos Coreas, etc.: la diplomacia deportiva. A medida que se acerque el 2026, la narrativa Trump frente a la de Norteamérica unida irán chocando. FIFA, México y Canadá, buscando sus particulares y diferentes objetivos, deberán nutrir las narrativas de integración, hermandad y cooperación regional para hacerle más costoso a la Casa Blanca realizar acciones en un sentido discursivo contrario. Si Trump aquilata el poder mediático del Mundial querrá generar su propio #MakeWordlCupGreatAgain.
Esta estrategia de diplomacia deportiva tendría que incluir campañas mediáticas y por redes sociales con mensajes inspiracionales y esperanzadores; usar el poder económico de FIFA y sus empresas aliadas para presionar a Trump y su entorno; valerse de los VIP del futbol. Quizá sea osado afirmar que sólo la Copa Mundial 2026 podría modificar la tendencia trumpista contra sus vecinos en su próximo cuatrienio, pero la experiencia histórica en la materia y el suceso deportivo en sí tienen todos los ingredientes capaces de seducir al próximo presidente estadounidense.
Al momento, en ninguna de las Administraciones mexicanas y canadienses se vislumbran acciones para aprovechar el campeonato 2026 para mejorar su imagen y reputación en EUA y modificar la narrativa del magnate de EUA, tampoco por parte de la FIFA. Si demoran en ello o dejan pasar la oportunidad se tendrán que preparar para un encuentro muy incómodo entre los tres mandatarios de Norteamérica en el Estadio Azteca el 11 de junio del 2026 (o la ausencia de alguno de ellos ahí), lo cual sería el menor de los males. Los escenarios tampoco se muestran mejores en Canadá para la Copa Mundial. Los conservadores podrían llevarse las próximas elecciones presidenciales en Canadá. Espero en unos meses no escribir “El Mundial 2026 en la era Poilievre”.
Tiempo extra: El 95% de las entradas para los partidos del Mundial en los tres países serán electrónicos, activados a través de una app especial cerca de cada uno de los recintos futbolísticos. Por ello, se requiere que los tres países tengan la misma capacidad de internet, mínimo 5G. Con la reciente cancelación de la licitación para la banda 5G en México también se pone en riesgo esta parte crítica para el Mundial, el ingreso a los estadios mexicanos.