Buscar
Opinión

Lectura 8:00 min

El dilema del liderazgo empresarial y el humanismo mexicano

Jaime Cervantes Covarrubias

Jaime Cervantes Covarrubias

Vivimos en un México de contrastes profundos. Por un lado, nos enorgullecemos de ser una de las economías más grandes del mundo; por otro, enfrentamos una desigualdad lacerante que margina a millones. Según datos de Oxfam México, mientras la riqueza de los cuatro millonarios más acaudalados representa ya el 9% del PIB nacional, más de la mitad de la población (54.4%) permanece en pobreza. Esta disparidad no solo es una injusticia social, sino una amenaza latente para la cohesión y estabilidad de nuestra nación.

El modelo económico que ha prevalecido en México ha favorecido la concentración de riqueza y poder en manos de unos pocos, debilitando el tejido social y exacerbando las brechas económicas. Estudios del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señalan que la política fiscal del país no ha logrado una redistribución eficaz del ingreso, manteniendo niveles de desigualdad prácticamente inalterados antes y después de la recaudación de impuestos. Esta realidad plantea una reflexión ineludible, la necesidad de emprender para construir un México más equitativo y justo siendo responsables del privilegio de haber nacido en el gremio empresarial.

Así como en las empresas familiares ceder control es un paso fundamental para garantizar la continuidad y la armonía, en el ámbito económico y social los grandes capitales deben estar dispuestos a compartir la riqueza en pro del bienestar colectivo.

Compartir no debe entenderse como un acto de debilidad ni como un simple gesto altruista o filantrópico. Es una decisión estratégica orientada a la sostenibilidad y prosperidad a largo plazo. Desde mi perspectiva y experiencia sugiero tres replanteamientos para reconstruir un nuevo paradigma económico-social.

El primero es definir la medida de lo que es suficiente, es decir, eliminar la ambición por maximizar ganancias sin considerar el bienestar colectivo, lo anterior ha demostrado ser insostenible. Es mejor aspirar a formar empresas responsables humanamente, edificar una economía más equitativa, un modelo donde la prosperidad se distribuye estratégicamente, fortaleciendo el mercado interno y promoviendo un crecimiento inclusivo.

Entonces regreso a la pregunta: ¿Cuál es la medida de la suficiencia? Desde Protágoras, sabemos que “el hombre es la medida de todas las cosas”. Y en el contexto empresarial y social, esta afirmación nos confronta con una realidad visible, cada persona, cada empresario/a define su propia medida de suficiencia. ¿Cuánto es suficiente ganar, cuánto capital quieres acumular? ¿En qué momento la acumulación deja de ser una legítima búsqueda de bienestar para convertirse en un síntoma de narcisismo, vacío existencial y alienación?

Cuando la riqueza se vuelve un fin en sí mismo, se transforma en un mecanismo de dominación, no de desarrollo. La acumulación desmedida, sin propósito de servir lo humano, lejos de ser una señal de éxito, evidencia la fragilidad de un sistema que nos ha convencido de que valemos más en la medida en que poseemos más. Pero el capitalismo en su versión más extrema no solo concentra riqueza, sino que impone un modelo de felicidad basado en el consumo infinito, desplazando cualquier noción de sentido existencial.

Aquí es donde el liderazgo empresarial debe adoptar una postura consciente y filosófica:

  • ¿Qué significa suficiente para cada quien, para cada familia, para cada empresaria o empresario?
  • ¿Qué tanto necesitamos para vivir dignamente y cuánto estamos dispuestos a redistribuir para fortalecer el tejido social?
  • ¿Estamos acumulando o estamos construyendo un modelo de prosperidad sostenible?

El segundo es trabajar con integridad, con ética y conciencia social.

La captura del Estado de parte de grandes conglomerados ha generado políticas fiscales y regulatorias que benefician a unos pocos en detrimento de la mayoría. Un liderazgo empresarial verdaderamente comprometido con el desarrollo sostenible debe abogar por la transparencia y la colaboración, fortaleciendo la democracia económica y asegurando que las políticas públicas beneficien a toda la población y no solo al crecimiento del estatus o lo material. Crecer con esfuerzo y trabajo merece recompensa siempre y cuando haya desarrollo humano genuino en todo lo que se construye.

Esto implica apoyar reformas que promuevan la competencia leal, evitar prácticas monopólicas que limitan el desarrollo de pequeñas y medianas empresas, y dejar de operar desde la opacidad y el privilegio político.

El tercero es diseñar Modelos de Negocio que impidan Perpetuar la Precarización.

Según datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022, el 10% más rico de la población representa el 36% de los ingresos del país, mientras que los ingresos acumulados de la mitad más pobre apenas alcanzan el 20.4%.

Esta disparidad refleja un modelo económico que perpetúa la precarización laboral y limita las oportunidades de movilidad social. Es imperativo que las empresas revisen sus prácticas laborales y adopten modelos que promuevan:

  • Salarios dignos, pagar muy bien a la gente que cocrea el valor.
  • Condiciones laborales justas, seguras y saludables que prioricen el bienestar colectivo.
  • Oportunidades de desarrollo para cada persona trabajadora, florecer en lo humano, social y económico.

El dilema del liderazgo empresarial: hacia una riqueza distributiva

La pregunta es profunda. ¿Quién está dispuesto a replantearse la forma de generar riqueza hoy para evitar que las generaciones futuras paguen el precio?

En las empresas familiares, las decisiones difíciles definen la trascendencia. De manera similar, en el contexto nacional, el empresariado enfrenta el desafío de tomar decisiones que, aunque puedan implicar sacrificios a corto plazo, garantizarán la sostenibilidad y la prosperidad a largo plazo.

Es pertinente reflexionar sobre las palabras de Marco Aurelio: “Lo que no es útil para la colmena, no es útil para la abeja”.

Un enfoque empresarial que ignore esta interconexión está condenado al fracaso, ya que una sociedad fracturada y desigual no puede sostener un crecimiento económico saludable, mucho menos hablar de Humanismo Mexicano.

Como empresario he tomado la decisión conciente de invertir en el bien de la gente que se une a mis proyectos, más que ambicionar el acumular riqueza desconsiderada con la circunstancia nacional, prefiero enfocarme en desarrollar una clase media fuerte; a emprender en la pequeña y mediana empresa que representa la base económica del mundo y a construir un México más equitativo y próspero.

He comprendido que la verdadera medida del éxito no reside en la magnitud de nuestras ganancias, sino en la incidencia regenerativa, bien intencionada. Hacer negocios que generen un intercambio recíproco que provoque satisfacción y buen vivir en nuestra comunidad y en la sociedad. A partir de ahora, te invito como empresario a comprometerte a centrar los esfuerzos en lograr una riqueza distributiva y en reconstruir el tejido de la familia empresaria y la sociedad.

El Humanismo Mexicano es un llamado a la acción empresarial. México no puede permitirse más excusas. La desigualdad extrema, la concentración del poder económico y la precarización laboral han debilitado el tejido social hasta el punto de quiebre.

El sector empresarial tiene un papel crucial en esta transformación.

  • No basta con generar empleo, hay que generar empleo digno.
  • No basta con pagar impuestos, hay que abogar por una política fiscal progresiva y transparente que proyecte inversión y equidad económica-social.
  • No basta con crecer, hay que garantizar que ese crecimiento se traduzca en bienestar real.

La pregunta no es si es posible cambiar el rumbo, sino quién está dispuesto a dar el primer paso. Yo ya tomé mi decisión: renunciar a la acumulación infinita para mejor construir riqueza distributiva. México necesita un empresariado que entienda que la prosperidad sin equidad es una ilusión pasajera.

Es momento de elegir: ¿Seguimos alimentando un modelo roto o nos atrevemos a construir uno nuevo?

Sigue mis redes sociales y comparte, ayúdame a impulsar esa transformación. Dale me gusta y guárdalo.

Abrazo esperanzador en letras.

#LiderazgoHumanista #DesarrolloHumano #EmpresaHumanista #HumanismoMexicano #Sostenibilidad

*El autor es doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México; Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, España. 

Correo electrónico: jaime.cervantes@desarrollistahumano.com | https://www.linkedin.com/in/jcervantesc | Instagram: @jaimecervantescovarrubias | X: @JCervantesC007

Temas relacionados

El autor es Doctorante en Desarrollo Humano, Universidad Motolinía del Pedregal, México; Master en Desarrollo Humano, Universidad Iberoamericana, México Master ejecutivo en Liderazgo Positivo Estratégico, Instituto de empresa, España.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete