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Opinión

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¿Contrarreforma energética?

Me han estado preguntando a través de mis redes sociales en qué consiste la nueva reforma energética recién aprobada en el Congreso. Sobre esto les platico hoy.

Es importante señalar que uno de los objetivos primordiales del modelo energético impulsado en 2013 permitía compartir riesgos, principalmente en exploración y extracción de hidrocarburos, así como en algunos sectores relacionados con la generación de energía eléctrica. Antes de esta reforma, los contratos que se tenían con empresas privadas automáticamente se volvían deuda; en pocas palabras, si el proyecto era exitoso, la inversión era buena para México, pero si fracasaba, el costo para el país era enorme.

Debido a esta situación, estas empresas públicas tenían pérdidas enormes y, en consecuencia, subsidios estratosféricos, de ahí que se incorporara la figura de Empresa Productiva del Estado, cuyo principal mandato era generar valor económico y rentabilidad para el Estado. De hecho, Pemex, contra todo pronóstico, obtiene utilidades antes de impuestos de 2016 a 2018.

Entonces, ¿es esto una contrarreforma? Considero que no lo es, puesto que el petróleo sigue siendo de todos los mexicanos. Pero sí abre riesgos en tres aspectos fundamentales que podemos analizar.

Primero, sustituye la figura de Empresas Productivas del Estado por el de Empresas Públicas del Estado. Quitarle lo “productiva” es quitarle el mandato de rentabilidad y destinarlas al fracaso. No olvidemos que en el sexenio pasado su deficiente operación nos costó casi 2 billones de pesos, incluyendo el costo financiero, más los recursos que les inyectó el Gobierno Federal y los impuestos que les condonaron. En otras palabras, están legalizando la ineficiencia y esto es un grave retroceso.

Segundo, determina que serán las leyes secundarias las que se encargarán de regular cómo podrán participar los particulares en la industria eléctrica (salvo en transmisión y distribución que es un área exclusiva del Estado), quienes (los privados) en ningún caso podrán tener la prevalencia sobre CFE. En México, el regulador de la energía eléctrica es el Gobierno, sin embargo, la reforma de 2013 establecía que la CFE tenía que comprar la energía a quien la produjera más barata y limpia. Con esta reforma se va a privilegiar a la CFE en perjuicio de los consumidores, pues tiene preferencia la energía producida por esta empresa que es más cara y sucia. Hace unos días estaba en un Space organizado por expertos energéticos y concluían que es tan ambigua esta nueva redacción que podría permitir una concentración enorme por parte de CFE y, por tanto, un aumento en tarifas de luz de al menos 20% en los siguientes meses.

Y tercero, que el litio y el servicio de Internet no constituirá un monopolio, pero que será un área estratégica y exclusiva del Estado. Mayor contradicción no podía inventarse, hasta un alumno de primer semestre de Economía entiende que no puedes dar un servicio de manera exclusiva por el gobierno sin que deje ser un monopolio, y esto es equivalente a menor calidad y mayores precios. Desafortunadamente, con esta decisión no podrá despegar en México un área vital para el futuro como es el litio, además, incluir ahora el Internet es una señal de mayor control tanto en cobertura como de los contenidos.

Así, concluyo que tener energía limpia, barata y suficiente para los hogares y nuestra industria parece lejos de poder materializarse, también el compromiso de transitar hacia una economía más verde parece un sueño cada vez más inalcanzable.

Expresidenta de la Federación de Colegios de Economistas de la República Mexicana A.C.

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