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Chile: ¿país de extraterrestres?

Fausto Pretelin Muñoz de Cote | Globali… ¿qué?
Un presidente de izquierda felicitando vía telefónica y con cámaras de televisión a un presidente electo de ultraderecha; una expresidenta de izquierda (Michelle Bachelet) organizando la llamada entre los dos presidentes, Gabriel Boric y José Antonio Kast. Una candidata comunista (Jeannette Jara) visitando la sede donde se encontraba el presidente electo para felicitarlo personalmente. Un discurso de José Antonio Kast agradeciendo al presidente Boric, recordando que ha renunciado a su partido porque será “presidente de todos los chilenos” y pidiendo la unidad del país.
En nuestros tiempos, y en América Latina, es necesario aclarar que el párrafo anterior no es una descripción de un conjunto de hechos alternativos o irreales, son escenas que representan a un país democráticamente maduro en los momentos en que unos alzan los brazos para celebrar la victoria y otros regresan a casa decepcionados.
No deja de llamar la atención el discurso de José Antonio Kast: "Nos van a tocar momentos muy difíciles donde tendremos que tomar decisiones muy relevantes y eso necesita un equipo (...) Un gobierno no se construye solo con los partidarios, la oposición es importante".
La oposición es importante. Sí. Kast recordó que una de sus hijas le preguntó hace varios años que, "si en todo el mundo gobernara la derecha el mundo sería mejor". Le respondí que no, dijo Kast. “Es necesaria la oposición porque en la izquierda y en la derecha hay malos elementos”.
La actitud de los políticos involucrados en las elecciones presidenciales de ayer demostraron la solidez de las instituciones democráticas de Chile; la fortaleza de la confianza republicana; y la enorme inteligencia de comportarse a la altura frente a la derrota.
Los hechos alternativos que se construyen en las redes sociales tienen efectos demoledores para la democracia.
Personajes que no aceptan la derrota se les hace fácil azuzar a sus seguidores para que asalten instituciones con pistolas en mano; autogolpes para desmantelar los congresos por la imposibilidad de aceptar a la oposición; desobedecer el mandato que las sociedades llevan a cabo a través del voto; desconocer y deshumanizar a la oposición.
Lo hemos visto en el continente americano.
América Latina está cambiando de rostro de manera súbita. Queda tiempo por delante para conocer si se trata de un efecto mimético que surgió en Estados Unidos en noviembre del año pasado, o quizá sea la respuesta frente a lo que ocurre en Venezuela: un “virus” que aterra a toda la región.
2025 pasará a la historia como el año del debilitamiento de la izquierda latinoamericana. Victorias aplastantes en Ecuador, Honduras, Bolivia, San Vicente y las Granadinas, Chile y las del Congreso argentino.
Aferrarse a la diplomacia dogmática muestra un perfil injerencista; genera enemigos; fortalece la soberbia.
Lo de ayer, lección chilena.
Chile: ¿país de extraterrestres? No, de demócratas.

