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Opinión

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Viviendas de 34 metros cuadrados

Tener una vivienda digna no es solo una necesidad, sino uno de los derechos fundamentales consagrados en la Constitución del país y en los tratados internacionales.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) sostiene que El derecho a la intimidad, el derecho a la no discriminación, el derecho al desarrollo, el derecho a la higiene ambiental y el derecho al nivel más alto posible de salud mental y física, entre otros, dependen del acceso a una vivienda adecuada .

En México el derecho a la vivienda está consignado en el articulo 4º constitucional: Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo .

Pero como se sabe, en un Estado liberal, una cosa son las leyes y otra la realidad. Y la realidad es que en México el derecho a una vivienda digna es uno de los más vulnerados.

En el país hay 28.5 millones de viviendas habitadas, pero apenas dos de cada tres son dueños de sus casas, en tanto que 14 por ciento de la población renta una casa. Se estima que cada año se requieren construir más de 750 mil viviendas para tratar de alcanzar la demanda.

Lo que ocurrió en los últimos tres sexenios es que se modificó el marco regulatorio y la rectoría de la construcción de vivienda se dejó a la mano del mercado, quedando el Estado como un ente regulador, por lo general omiso, que ha tenido consecuencias desastrosas para los sectores más pobres del país.

La decisión de liberalizar el mercado de construcción de vivienda ha propiciado la creación de una docena de grandes empresas que en la práctica actúan como un oligopolio que han acaparado las reservas de tierras, impuesto los precios de la viviendas, la calidad y el tamaño de las mismas, así como el emplazamiento de los hogares para los sectores con menores recursos del país, según el consultor y ex funcionario del sector Jesús García Rojas.

Un dato ilustra el fracaso de esta política: ahora el promedio de la vivienda popular es de apenas 40 metros cuadrados, cuando hace tres décadas era del doble.

Las viviendas de interés social que se ofrecen en la actualidad son terrenos de cinco metros de frente por quince de fondo (75 metros cuadrados) con viviendas de 40 metros o hasta 34 metros de construcción.

Se trata minúsculos espacios de sala-comedor-cocina, dos recámaras, baño y donde si apenas existe un patio.

¿Cuántos son 40 o 34 metros cuadrados? Es el tamaño de un salón de clases y casi con seguridad es un espacio menor que las oficinas de los diputados, senadores, alcaldes, secretarios, gobernadores, presidentes y funcionarios que son responsables de permitir estas condiciones indecentes para una familia.

Podemos hacernos la idea de las condiciones de hacinamiento, falta de privacidad y de la vida diaria que se desarrollan en esos espacios.

Además de que la calidad de dichas viviendas deja mucho qué desear, regularmente los fraccionamientos para viviendas de interés social se encuentran en las periferias de la ciudades, alejadas de los centros históricos y de los servicios de calidad. Los fraccionamientos de vivienda popular se convierten en la práctica en un lugar solo para ir a dormir, al que se sale y se llega después de largos trayectos de transportación.

Como en otras áreas de mercado, dejar su funcionamiento al exclusivo interés de la obtención de ganancias privadas, produce efectos sociales adversos para el resto de la población, especialmente para los sectores más pobres, pues se está propiciando un crecimiento desordenado y caótico de las ciudades, y sobre todo, se está condenando a irse a vivir a millones de mexicanos pobres, a las zonas más apartadas, sin servicios o mala calidad de los mismos, en viviendas minúsculas que propician hacinamiento.

Sin lugar a dudas, el crecimiento informal de las ciudades mediante la autoconstrucción permitía que los sectores más pobres construyeran viviendas más decentes. Este es un saldo negativo más de las políticas neoliberales de dejar todo el libre mercado. Se debe parar este proceso perverso de un mercado privado de la vivienda, con anuencia de las autoridades, que permite que una familia deba vivir en casas de 34 metros. Es indecente.

rubenmartinmartin@gmail.com

@rmartin1011

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