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Opinión

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Vivienda progresiva, respuesta a necesidades populares

La vivienda sigue siendo uno de los sectores más dinámicos de la economía, pero asimismo una de las expresiones de la pobreza y desigualdad endémica en México. El déficit habitacional supera los 15 millones; 12.3 millones de viviendas necesitan mejorarse y/o ampliarse. Una de cada tres viviendas fue construida por su dueño. Más de 70% de las viviendas actuales son resultado de decisiones de familias pobres que poco a poco ponen su dinero y su esfuerzo. Son viviendas que pueden tardar más de 15 años en concluirse. Se trata de viviendas progresivas.

La tendencia prevaleciente en la política pública ha sido impulsar la construcción de vivienda nueva a través de empresas constructoras. La crisis de las principales vivienderas no ha modificado esta política. La vivienda comercial es vista como un instrumento de política pública para reordenar el desarrollo urbano, generar empleo, fortalecer el mercado interno y atender una demanda potencial.

Esta política debe ponerse en duda. La demanda potencial de mejores viviendas, la mayoría carentes de mínimos de habitabilidad, es mucho mayor que la demanda de vivienda nueva.

Los organismos públicos de vivienda (el Consejo Nacional de Vivienda Conavi , SHF, Fonhapo, Fovissste y los institutos estatales de vivienda) tienen la apuesta por la vivienda comercial. Del presupuesto federal destinado a vivienda (10,000 millones), 90% corresponde a la vivienda comercial; el resto (1,000 millones) está destinado a la Producción Social de Vivienda Asistida. Desde el destino de los recursos se evidencian prioridades políticas.

Urge un cambio de perspectiva de la problemática de vivienda en el país. El Conavi ha diseñado, desde el 2007, un programa orientado a esta población. Varias novedades incluye este programa: es un subsidio que requiere corresponsabilidad crédito y ahorro; establece alianzas con organizaciones de la sociedad civil, tanto de finanzas populares como expertas en vivienda popular; exige participación activa de la familia en la propuesta de mejora; se adapta a los contextos locales; recupera tradiciones constructivas; revive la ayuda mutua, el tequio y la mano vuelta; revitaliza pequeños negocios de materiales locales en las comunidades; el involucramiento de las mujeres es predominante, con los efectos transformadores que implica esto, y conlleva un enfoque claramente medioambiental, al introducir diversas ecotecnias.

Los impactos económicos y sociales del subsidio aplicado a mejorar viviendas que difícilmente podrán llamarse así han sido demostrados ampliamente. Sin embargo, si se revirtiera la visión y se tuviera en cuenta las enormes deficiencias que tienen los sectores populares de una vivienda saludable, sustentable y productiva, se invertiría no sólo el presupuesto, sino el diseño mismo de la política de vivienda.

Es de esperar que los pronunciamientos recientes de la titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Rosario Robles, permeen las estructuras públicas dedicadas a la vivienda. Se trataría de una expresión clara de aportar a la disminución de la desigualdad.

(Abatir el rezago habitacional) sólo se podrá cumplir con la producción social de la vivienda. No es un segmento que le interese a las desarrolladoras ni que les convenga, por la dispersión, por las características de ingreso de la población (...). Entonces ésta es una vía que para nosotros es muy importante y (que) queremos fortalecer este año : Rosario Robles.

* Experto en microfinanzas, coordina Cosechando Juntos lo Sembrado, SC.

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