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Reciprocazmente
Palabra que aparece en El diccionario de Coll: “Mutuamente con igual correspondencia en el descaro y la desvergüenza”.
Los legisladores nativos cumplen a cabalidad la función que tienen encomendada: levantar o no levantar la manita según instrucciones de la superioridad, misma que labora arduamente en su especialización: manipular, negociar, poner zancadillas y traicionar. Es obra suprema de piedad religiosa, según Ortega y Gasset, descubrir dónde se encuentre la necedad y la inepcia. Así que no se busquen entre nuestros dignos representantes, pues con frecuencia salen a la luz cualidades antes desconocidas. ¡Vaya con estos chismosos reporteros! Por ejemplo, una nueva es la afición a la copita de legisladores y legisladoras. No han leído El libro de buen amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita: beber de más “faze temblar los miembros, todo seso olvida, quema las asaduras, el fígado trascala...”.
El dedo acusador apunta a que las diputadas priistas estaban alcoholizadas durante la discusión del presupuesto (Reforma, 17-XI). El anteojudo bigotón presidente de la Cámara respectiva, Jorge Carlos Ramírez Marín, bonachón como todos los gorditos, también del PRI, ofreció investigar si hubo tal ingesta de alcohol. Ensalcemos el uso que hace de palabras dominicales. ¿Los tribunos sabrán lo que quiere decir ingesta? “Fuera del cansancio (¡pobres!), no advirtió que alguien estuviera bebiendo cualquier tipo de bebida”.
En el solemne salón debe reinar un ambiente festivo: se nos paga principescamente por posar los glúteos en el escaño durante pocas horas. Chachalaqueamos, flirteamos, absortos en el cel para jugar o mensajear, hasta sobamos a la compañera buenona, dormimos y despertamos cuando se nos requiere para parar la diestra o apretar el botón.
Un atributo más de estos mexicanos sacrificados, lo grosero, lo vulgar: las mismas señoras respondieron a insultos de un parlamentario de Morena con el famoso “eeeehhh, puto”.
¿Remedio si puritanos somos? Facilísimo: alcoholímetro a la entrada y también a la salida. Y además, en el ingreso, cachear al individuo, mujeres por mujeres y hombres por hombres, en busca de anforitas y, de paso, de carrujos de mariguana, polvitos blancos o armas ofensivas o defensivas de cualquier tipo.
Reciprocazmente. Palabra que aparece en El diccionario de Coll: “Mutuamente con igual correspondencia en el descaro y la desvergüenza”.
En mi artículo anterior dije que estos seres, en su mayoría, son ignorantes e irresponsables. A mayor abundamiento, ¡nacos! Se lamentan siguiendo a Chesterton: “El cielo justo castigo nos ha dado y el Monstruo Antialcoholismo ha desencadenado...”.