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Nearshoring aun no aparece en México
Durante mucho tiempo hemos celebrados los niveles de inversión extranjera directa (IED) que el país recibe año con año. No obstante, es necesario revisar las cifras, ponerlas en contexto y ser críticos con la captación que dinero fresco del exterior para la generación de empleos, impuestos y desarrollo que recibimos. El antecedentes es claro, con base en estudios de la Cepal, a partir de 1988 la IED ha tenido un peso significativo en la balance de pagos que contrasta con años previos que se caracterizaron por anteponer barreras a la inversión de extranjeros en todos los sectores de la economía. Es, hasta la apertura, de México al exterior cuando comienzan a llegar recursos crecientes para las capacidades del país para generar bienes y servicios a precios más competitivos en un contexto encaminado a una mayor competencia. El camino, sin embargo, no ha sido fácil pues es la fecha, 35 años después, que tanto gobierno como empresarios, se resisten a aceptar un mayor flujo de dinero del extranjero a nuestra economía porque, por increíble que parezca, se mantienen prejuicios para el primero, y, temor de perder sus parcelas de los segundos. Es el caso de las telecomunicaciones en donde los jugadores mexicanos todos preponderantes, han hecho todo para que las poderosas empresas extranjeras en el ramo lleguen a competir y ofrecer sus servicios los cuales son, a todas luces, de mayor calidad, contenido y tecnología. Lo mismo podemos decir de la industria energética, que a diferencia con las telecomunicaciones en donde el sector privado es quien se resiste, es el gobierno quien se mantiene en su posición de que la luz, la gasolina, el gas y el petróleo sean preponderantemente administrados y ofrecidos por el gobierno que esté en turno.
En esas estamos cuando tanto autoridades como analistas y sector privado celebran que rondamos en no más de 30,000 millones de dólares de IED en los últimos años, en el 2022 por ejemplo, se captaron 32,000 mdd, pero en 2012 sólo 12,000 mdd y así podemos echar para atrás la serie y darnos cuenta que, el parteaguas de este tipo de inversión fue 1988, pero con 35 años de no pasar de esa cifra que se antoja analizando el contexto. Lo más grave es que, según reportes del gobierno, 90% corresponde a reinversión de utilidades y sólo 5% es inversión nueva y fresca. El nearshoring no se ha manifestado aun cuando arrancó en 2020. La relación privilegia con EU y Canadá por ser vecinos–socios y con España país europeo que por tradición e historia es el principal inversionista de la región Latinoamericana, no ha sido suficiente para lograr atraer más dinero al país. La crítica crece cuando nos dejamos de ver al ombligo para observar que Brasil alcanza los 85,000 mdd, una nación que ha pasado por innumerables transiciones políticas, incluidos gobiernos de izquierda generalmente adversos a la IED y que no tiene ni de lejos acuerdos privilegiados con potencias económicas. Ha llegado el tiempo de dejar de conformarnos con cifras alegres y ponernos las pilas.