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Opinión

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México, ¿en bancarrota? ¡No!

Marco A. Mares

Frente a la crítica intensa por su errónea declaración, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, no sólo no se retracta, insiste: “México está en bancarrota”.

Y descalifica a quienes le critican y los clasifica como parte de la prensa “fifí”.

¿Impago o default?

Llama la atención que haya seleccionado el concepto de “bancarrota” para definir la condición de las economía mexicana.

Y llama la atención porque cualquier diccionario indica que bancarrota significa que una persona, una empresa o un gobierno no puede cumplir con el pago de sus deudas porque son superiores a sus recursos disponibles. ¡Eso significa bancarrota!

Estar en bancarrota implicaría que México está en impago frente a sus acreedores; en default como dicen los financieros.

Y eso no está ocurriendo. México está cumpliendo con todos sus compromisos de deuda.

Es tan buen pagador que las calificadoras internacionales la mantienen en uno de los más altos niveles de calificación crediticia.

¿Dos diagnósticos?

Pareciera que el presidente electo tiene dos diagnósticos sobre la realidad económica nacional.

Apenas hace unos días reconoció que la economía mexicana no está en crisis. Y en franca y abierta contradicción, en el último par de días dice que México está en banca rota. Es muy grave que el próximo presidente de México no mida el peso de sus palabras.

Afortunadamente es tan sólida y reconocida la condición financiera de México que las declaraciones del virtual jefe del Ejecutivo no tuvieron impacto alguno en el comportamiento de los mercados.

Puede afirmarse que el gobierno saliente de Enrique Peña Nieto hizo la tarea y tomó todas las medidas necesarias para que el relevo presidencial se registrara sin ningún contratiempo económico.

Más allá de la incertidumbre natural que provocan siempre los procesos electorales, una vez transcurrida la votación se difuminó el nerviosismo implícito.

¿Presidente o candidato?

Se puede entender, aunque no justificar, que en calidad de candidato a la Presidencia de la República se critique y descalifique lo que hace el gobierno en turno.

Y aunque no se vale que mientan o exageren sobre la supuesta situación de “crisis económica” del país, se entiende como parte de la contienda político-partidista. Pero una vez que ya triunfó y que será el próximo presidente de México, ¿qué caso tiene seguir mintiendo?

¿Qué beneficio puede tener y para quién, que el virtual presidente de México afirme que el país está en bancarrota?

Lo único que puede explicarlo es la probabilidad de que el nuevo equipo de gobierno ya se dio cuenta de que hay un margen de maniobra muy pequeño en el presupuesto de egresos para cumplir con las elevadas expectativas que creó durante la campaña y el tiempo de transición.

Irrealidad económica

Y todavía es más grave que diga que la economía nacional está en bancarrota.

Si algo no está ocurriendo, es precisamente que México no pueda pagar sus deudas. México sí está pagando e incluso realiza desde hace tiempo una estrategia de recalendarización de su deuda para evitar al máximo el vencimiento de corto plazo y para mejorar las condiciones en que se pactaron originalmente diversos tramos de deuda.

Cuentas claras

Aunque en algún momento de este sexenio la deuda como proporción del Producto Interno Bruto llegó a alcanzar casi 50%, lo cierto es que registra una tendencia descendente y podría ubicarse en alrededor de 47 por ciento. Además, aunque es cierto que el crecimiento en los últimos años ha sido mediocre y ha rondado 2%, nadie puede negar que se ha registrado un crecimiento positivo. En el sexenio que está por terminar el crecimiento ha sido positivo en todos los trimestres.

El desempleo está en un mínimo histórico y la generación de empleos es la mayor registrada en muchos años.

Las finanzas públicas están sanas. La deuda va a la baja, se observa un superávit primario y se cuenta con un nivel de reservas históricas. En suma, las reservas internacionales que acumula el Banco de México, la línea de crédito flexible del FMI y los fondos de estabilización arrojan una cifra que ronda los 270,000 millones de dólares.

La incomprendida estabilidad macroeconómica ha sido la base de confianza para que la Inversión Extranjera Directa alcance casi los 200,000 millones de dólares en el último lustro.

Y la apertura energética, en virtud de la criticada Reforma Energética, ha atraído el compromiso de alrededor de 200,000 millones de dólares en inversiones.

Estabilidad, el valor

Nadie dice que México no tenga problemas. Sí los tiene y muchos. Pero son de otra naturaleza. Tiene problemas enormes de desigualdad económica, de pobreza, de inseguridad, de corrupción, de debilidad en el Estado de Derecho, de concentración de la riqueza, y muchos más.

Pero hoy el problema en realidad no es de deuda (como sí lo fue en la década de los 80); tampoco de finanzas públicas (como sí lo fue en otra época de la historia reciente); ni de debilidad de la banca (como también lo padecimos en los 90).

Hoy México está muy lejos de las crisis económicas cíclicas que provocaron los gobiernos populistas. Si algo hicieron bien los tecnócratas (sin reconocer que tuvieron muchos errores) fue mantener la estabilidad macroeconómica.

Ojalá que el próximo gobierno no sólo la conserve, sino que la fortalezca. Al tiempo.

ATISBOS

TEXCOCO. La iniciativa privada confirmó su convicción sobre Texcoco como sede del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. Javier Jiménez Espriú, próximo titular de la SCT, ratificó que pedirán un análisis y realizarán la consulta ciudadana.

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Marco A. Mares

Periodista desde 1975, ha trabajado ininterrumpidamente en periódicos, revistas, radio, televisión e internet. En los últimos 31 años se ha especializado en negocios, finanzas y economía. Es uno de los tres conductores del programa Fórmula Financiera, que se transmite por Grupo Fórmula.

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