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Los vaivenes del peso
Hay dos factores importantes: el precio internacional del petróleo y la economía de Estados Unidos.
La semana pasada se dio a conocer el crecimiento de la nómina no agrícola, que alcanzó casi 250,000 nuevas plazas y llevó a la tasa de desempleo hasta 5.9%, ya en el umbral de la meta que la Reserva Federal estableció para terminar con el programa de estímulo monetario y elevar de nueva cuenta la tasa de interés. Ya desde la pasada reunión del Comité de Operaciones de Mercado Abierto, los mercados financieros estaban con un tono especulativo, debido a que no se perciben los mismos signos en todas las regiones del mundo y eso obliga a comprar valores de renta fija y renta variable de muchos países y a comprar coberturas, para el caso de que se dé un movimiento no esperado se reduzca al mínimo la pérdida.
La reacción del peso y de otras monedas de mercados emergentes no se hizo esperar, reacción que fue impulsada por la decisión del Banco Central Europeo de no iniciar un programa de estímulos como en Estados Unidos. Los pronósticos de crecimiento han sido revisados a la baja en todo el mundo y algunas de las preguntas que debemos hacernos son si tardará Europa mucho en reaccionar y si la economía de nuestro gran socio comercial mantendrá su crecimiento observado en el segundo trimestre todo el año, o si se verá afectado por el menor crecimiento en la zona europea y en Asia, en donde las cosas no van tan bien como todos quisieran.
La depreciación del peso es una especie de protección para evitar una rápida salida de capitales, ya que alguien que invirtió comprando pesos a una paridad de 12.95, si ahora quiere salirse tendría que comprar dólares a una paridad por arriba de los 13 pesos, lo que significaría una pérdida cambiaria. Por ello, a pesar de que la inflación ha estado por arriba de la meta del Banco de México y en el corto plazo el rendimiento de Cetes es negativo, hemos visto cómo los inversionistas se refugian en bonos indizados o valores de largo plazo, que siguen rindiendo una tasa positiva. Son las ventajas de que el banco central tenga credibilidad, que la inflación se haya mantenido ya rato por debajo de 4% anual y que el endeudamiento de la economía se siga manteniendo manejable.
Hay dos factores a los que no hay que perder de vista en su futura evolución: uno es el precio internacional del petróleo, cuya baja significaría una pérdida de divisas, que aunque normalmente se compran coberturas, es mejor que en el presupuesto se mantenga bajo el precio, para evitar recortes que afecten el equilibrio y disminuyan la credibilidad en nuestra economía. El otro factor es la economía de Estados Unidos, que de seguir creciendo como hasta ahora seguirá manteniendo el impulso a nuestro crecimiento, que como hemos visto es cada vez menos notorio y sólido. En caso de disminuir la tasa de crecimiento en el vecino del norte, habría menos impulso a nuestras exportaciones y de seguir como hasta ahora el poder adquisitivo deprimido de la mayoría de los mexicanos, una baja en el crecimiento tendría un impacto muy fuerte sobre el empleo, lo que agravaría el problema.
En caso de ocurrir cualquier escenario que implique menos ingresos por petróleo o bien una baja en el crecimiento, el tipo de cambio se vería afectado, al menos en el corto plazo, por una eventual salida de capitales. De aquí que también sea urgente terminar la instrumentación de las reformas estructurales e iniciar las grandes obras anunciadas.