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Los cambios ?que se avecinan
Las autoridades deberán exhibir una gran habilidad para planear, convencer a la gente de las bondades de sus proyectos y proteger a la ciudadanía.
Se anunció oficialmente el proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, así como las obras del tren rápido a Toluca, el de Querétaro y una ampliación de la Línea 12 del Metro, obras que para esta congestionada ciudad van a representar una oportunidad de hacer un poco más fluido el tránsito. De darse los ajustes que se esperarían en la conducta de consumidores y productores, posiblemente habría una reducción importante en las emisiones de gases de efecto invernadero, por el menor uso de transporte de pasajeros ineficiente y el menor uso de combustibles fósiles. Nada más ver el número de autobuses que diariamente parten de las centrales de autobuses hacia Toluca y Querétaro y el número de ellos que llegan a la ciudad debe darnos una idea del efecto que tendría sustituir varios cientos de esos autobuses entrando y saliendo de la ciudad, sobre el tránsito y la emisión de gases. Todo es cuestión de planear bien las frecuencias de los trenes y de dejar que el sistema de precios funcione.
Es de esperar una férrea oposición de los concesionarios actuales de autobuses, quienes deben estar viendo un fuerte efecto sobre sus ingresos y ganancias, de darse una sustitución por parte de los usuarios, de trenes por autobuses. Nada más pensar en el ahorro de tiempo y en la mayor seguridad en los recorridos debería hacer que los pasajeros sustituyeran sin pensar. Esto debería desalentar a los concesionarios de autobuses para seguir ofreciendo el número de corridas que hoy ofrecen, aunque no se eliminarían del todo, ya que podrían ofrecer servicios de transporte de puntos intermedios a las estaciones del tren, así como servicio entre lugares en los que no habrá estaciones.
Para complementar el efecto esperado sobre la emisión de gases, la autoridad debería incentivar el uso de ferrocarril de carga para el transporte de mercancías, ya que esto haría disminuir considerablemente el tránsito de transporte pesado, al menos por esas dos carreteras, que son las que causan el mayor número de accidentes, daños a las vialidades por los problemas de sobrepeso y congestionamiento en horas pico. Para complementar el efecto positivo, la autoridad debe pensar la ubicación de las estaciones terminales y ofrecer un medio de transporte eficiente, cómodo y rápido para trasladarse a cualquier punto de la ciudad. De no hacerlo así, lo que veríamos sería nuevamente una invasión de los denominados peseros y microbuses, que normalmente vienen acompañados de toda una fauna de vendedores ambulantes de todo tipo de mercancías y que rápidamente se convierten en una plaga que estorba y deteriora el medio y dificulta la convivencia pacífica de los ciudadanos.
El sistema de precios debe realizar la función de convencer a los usuarios de las diversas modalidades de transporte de las ventajas de su uso, por lo que no sería para nada conveniente que el gobierno, ni el federal, ni el de la ciudad, pensaran en ofrecer sus clásicos subsidios para sus huestes de votantes, argumentando la pobreza y otras premisas gastadas de este tipo. Por el contrario, deberán exhibir una gran habilidad para planear, convencer a la gente de las bondades de sus proyectos y luego hacer gala de fuerza y poder, cuando sea necesario, retirar a las plagas públicas y proteger a la ciudadanía de a pie. Para lo que se espera de beneficios de las reformas aprobadas, ésta sería un complemento extraordinario.