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Las reformas y las falacias de Peña Nieto
Enrique Peña Nieto no habría ganado la elección presidencial del 2012 ni el Partido Revolucionario Institucional (PRI) habría regresado al poder si en su campaña electoral hubieran anunciado, punto por punto, su propuesta de reforma energética.
¿Qué consecuencias tendría el resultado electoral si Peña Nieto hubiera dicho en las plazas, ruedas de prensa, entrevistas y en su cierre de campaña, algo así: Una de mis principales propuestas de campaña es modificar la Constitución del país para terminar con el monopolio de Pemex y la CFE y abrir por completo el sector energético al capital privado, especialmente extranjero. Uno de los propósitos de dicha reforma será contribuir a garantizar la seguridad energética de Estados Unidos, país al que estamos atados estratégicamente .
Con alta probabilidad, el candidato del PRI habría perdido la elección pues una declaración así serviría para que sus opositores lo machacaran e hicieran pedazos, políticamente hablando. Peña Nieto, sus asesores y su partido ya sabían que iban a proponer una reforma energética de corte ultraliberal, y no lo admitieron a la población ni a sus electores.
Este es apenas uno de los aspectos que revelan la antidemocracia y el autoritarismo con el que el actual gobierno y sus partidos aliados del Pacto por México están llevando a cabo varias reformas estructurales, que por su profundidad y alcance deberían someterse a una profunda discusión y consulta.
Según un obtuso legislador, 36 horas de debates y decenas de oradores en la Cámara de Diputados bastan para considerarse suficientemente discutido un asunto tan crucial como la reforma energética. Ese debate no califica como democrático.
La discusión sobre un asunto tan trascendente como es decidir si queremos que la renta petrolera siga siendo de los mexicanos o una parte sustancial pase a manos privadas debería someterse a discusión en cadena nacional, escuchar a todo el que quiera hablar, sea representante popular o no, y llevarse el tiempo necesario de discusión y escucha a las distintas posiciones.
Es inadmisible que las televisoras gasten tanto tiempo discutiendo trivialidades como quién es el mejor entrenador para la selección de futbol y la discusión sobre las reformas apenas se lleve una fracción de ese tiempo.
Por eso estas son unas reformas ilegítimas, aunque se hayan cubierto los aspectos legales: porque la mayoría de la población no fue consultada sobre asuntos esenciales que le competen.
Aquí se muestra, de pasada, uno de los vicios del sistema de representación liberal, pues un pequeño acto de participación política como es acudir a votar termina convirtiéndose en una usurpación de la soberanía del cuerpo político de la nación.
Además de la ilegitimidad de la reformas impulsadas por Peña Nieto se intenta vender mentiras a la población asegurando que con las reformas, especialmente la energética, el desarrollo y el progreso llegarán al país.
Se está repitiendo el mismo discurso de cuando se impuso el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá y como cuando se impusieron las privatizaciones.
Por el contrario, el hueco fiscal que dejará Pemex no será llenado por las compañías extranjeras que vengan a explotar la riqueza petrolera mexicana. Y así tendremos un bonito negocio: les regalamos a los extranjeros gran parte de la principal riqueza del país, y aparte tendremos que pagar más impuestos. He aquí el verdadero resultado de la reforma energética.
Twitter: @rmartinmar