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Opinión

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La Definición

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Foto EE: Especial

Miguel González Compeán

Dos frases asombran del Presidente de la República en la semana. Su acusación de que los doctores de la salud, han perdido todo valor moral, porque en el tiempo del neoliberalismo sólo querían hacerse ricos. La segunda, es aquello de “hemos domado la pandemia”. Las dos frases son un despropósito y un error desde casi todos los puntos de vista.

El gremio médico es uno de tradiciones y de compromisos. Claro que quieren tener un buen estatus de vida, claro que quieren pagar colegiaturas y vivir de manera decente y suficiente. Pero no conozco a ninguno que haya querido hacerse rico con su profesión. Es más, no conocemos a ningún doctor que se le pueda considerar millonario. En el mejor de los casos, eso que la clase media dice: “le ha ido bien”. Nada más.

Los veo, si me preguntan respecto de mis múltiples relaciones con los muchos médicos que conozco, dedicándole un tiempo a la medicina social, porque esa es su manera de aprender y de llenarse de experiencias muy diversas. Y, los veo dando consulta privada al mismo tiempo, porque eso les permite una vida suficiente y razonable. Claro, si lo razonable lo mide uno mismo. Sí, en cambio, lo mide el Presidente y el sacrificio que cree que debemos hacer todos, la cuestión se transforma.

Su agresión de la semana pasada diciendo que ellos no tienen compromiso y que se han querido enriquecer, solamente es un despropósito y un error. Los doctores y los muchos años de estudio que tienen que recorrer, merecen un reconocimiento implícito y desde ya.

Todos los empleados en el ámbito de la salud, en efecto lo merecen. Su dedicación y su compromiso, es un apostolado, no un trabajo.

Con ello, lo que ha surgido en la semana es esa idea de que los exsecretarios de salud no deberían opinar. Los chairos argumentan que si ellos hubieran sido competentes tendríamos un mejor sistema de salud. El asunto es importante. Sin los sabios que han estado al frente de ese sistema, no hubiéramos erradicado enfermedades como la polio, la difteria y el paludismo. Los chairos son tan imbéciles que no pueden distinguir entre lo que se da por dado y los esfuerzos de la salud pública. Es más, de hecho, somos victimas del éxito de la salud publica, porque en vez de que se murieran niños o adolescentes de difteria, viruela o gripa, por decir lo más básico que me viene a la memoria, las personas se mueren —sin tomar en cuenta el coronavirus— por enfermedades más complejas como la diabetes, las enfermedades coronarias o las de índole del primer mundo. Somos victimas de nuestro éxito en el sistema de salud y en el de pensiones, no de nuestro fracaso.

En efecto, tenemos enfermedades del primer mundo, con un sistema que nunca se pudo construir del primer mundo. Pero, esa es otra discusión.

Lo segundo es que hemos domado la pandemia. ¿De verdad señor presidente? Hay serias dudas de que los números que nos ofrece su subsecretaría sean ciertos. Y hay serias dudas de que el conteo sea real. Hay quien quiere multiplicarlo por 3 o hasta 5. Lo cual modifica los numero de manera muy lamentable. La pregunta es ¿para que quiere esconder los números? ¿Hace falta para qué?

Circulan en las redes sociales y en las opiniones de actores la idea de que frente a lo económico no tiene la menor idea. El problema es que frente a la salud tampoco. Una pena que habremos de sufrir todos.

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Miguel González Compeán

Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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