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¿Estudiar para trabajar?
Muchos estudiantes que finalizaron su formación académica no consiguen empleo porque sus conocimientos no los requiere el mercado laboral.
México enfrenta un grave problema para su desarrollo: la falta de empleo para jóvenes universitarios recién egresados. Un escenario difícil para quien, cargado de ilusiones y promesas, sale de las aulas buscando un mejor futuro.
El panorama de nuestro país en este terreno es difícil. Al finalizar el año pasado, de acuerdo con datos del Inegi, la cifra global de desempleados ascendía a 2.7 millones de personas, de las cuales 38% cuenta con estudios de educación superior.
Sin embargo, existe otro problema que dificulta a los recién egresados incorporarse a las filas del trabajo productivo: el que su preparación profesional no corresponde al perfil solicitado por los puestos de trabajo.
Las universidades deberían basar su oferta educativa en los perfiles requeridos por el mercado laboral, redefiniendo la pertinencia de ciertas carreras que resultan ya obsoletas, y adecuarse para ofrecer a los egresados mayores posibilidades de encontrar empleo bien remunerado.
Según el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, la población que cuenta con mayor grado de estudios es la que más aporta al desempleo, con 38%, mientras que los que tienen sólo estudios de nivel secundaria significaron 36.5% y los de primaria, 25.5 por ciento.
Esto se traduce en que casi cuatro de cada 10 desempleados tienen estudios universitarios y se ven obligados a buscar ocupación en la informalidad a convertirse en migrantes.
En la década de los 60, existía una oferta de tres plazas por cada egresado universitario, en 1990 se redujo a una sola y actualmente alrededor de 300,000 egresados universitarios enfrentarán el fantasma del desempleo si la economía no mejora.
Y esto, de acuerdo con la ANUIES, podría provocar que la cifra de desempleados profesionales alcance la aterradora cifra de 3 millones de personas en el 2020. Actualmente existen cuatro aspirantes para cada plaza laboral.
De acuerdo también con la ANUIES, alrededor de 80% de quienes terminan su carrera y consiguen trabajo procede de cinco áreas de estudio: ciencias económico-administrativas (25%); ingenierías (17.7%); educación y pedagogía (14%); ciencias sociales y políticas (13%); ciencias de la salud, nutrición y biomédicas (8.2 por ciento).
El reto está ahí, educar para el trabajo o para la frustración. ¡Y luego, nos sorprendemos del abandono escolar!