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El caso de los 31 migrantes de Tamaulipas…

La zona fronteriza de Tamaulipas ha sido durante muchos años, zona de alerta y miedo, que muchas veces termina en desenlaces fatales acompañadas por historias de terror. Desde aquel terrible hecho de San Fernando, Tamaulipas en 2010 en donde perdieron la vida de forma brutal 72 migrantes a manos de grupos delictivos, y diez años después, el 22 de enero del 2021, la masacre en Camargo, en donde fueron asesinados 19 migrantes —en su mayoría jóvenes provenientes de la tierra sur de Guatemala— que fueron interceptados en una zona rural de este municipio por policías estatales, los cuáles les dispararon y luego cremaron sus cuerpos. Para el mes de octubre del año pasado, un juez dictó 50 años de prisión a once policías estatales involucrados en estos hechos.
Así, las zonas de peligro de la franja fronteriza desde —Nuevo Laredo a Matamoros— y las rutas de migración que cruzan por el estado, se han vuelto con el pasar de los años, zonas de alto riesgo para cientos de migrantes que buscan cumplir el sueño americano, y un negocio lucrativo y accesible para grupos delictivos que operan en la zona. Para tener una idea, en 2019, testimonios recabados en la zona por parte de migrantes, informaban que las extorsiones podían oscilar entre los ocho mil hasta los once mil dólares para acceder a la liberación de una familia. Así, la presión y la tortura para obtener el pago de las extorsiones se vuelve el mecanismo por excelencia, en donde se cubre el pago o la desaparición es permanente.
Históricamente la frontera tamaulipeca ha sido centro de corredor natural para el tráfico de sustancias ilegales y migración. En este sentido, el negocio del secuestro y extorsión a migrantes se ha vuelto una actividad lucrativa en tiempo real para las organizaciones delictivas, quienes con el paso del tiempo han creado mecanismos de gestión y extorsión a cientos de migrantes que pretenden llegar a los Estados Unidos, pero no solo aquellos que buscan cruzar al otro lado, sino a migrantes que se ven obligados a tramitar sus citas o que son regresados por las autoridades americanas a las fronteras, y que incluso tienen que hacer traslados entre municipios para llegar a puntos estratégicos de espera para llevar a cabo la gestión de sus procesos migratorios y obtener respuesta por parte del gobierno americano.
Así, las operaciones de la criminalidad se han perfeccionado con los años, de la mano de la debilidad o inoperancia de las instituciones de seguridad de los tres niveles de gobierno, desarrollando mecanismos efectivos de cooptación de transportes, vigilancia de rutas estratégicas, infiltración de miembros de células delictivas en los camiones en donde se trasladan migrantes y estableciendo redes de operación —casas de seguridad y traslados— para hacer más efectiva la operación de la “desaparición/secuestro” y la extorsión de los migrantes, cobrando cuotas desmedidas para ser liberados.
El lamentable hecho que se suscitó el pasado 30 de diciembre, en el cuál 31 migrantes fueron secuestrados en una línea de transporte y que el día miércoles fueron encontrados o liberados “sanos y salvos” cerca de un supermercado en el municipio de Río Bravo, sin que hasta ahora se hayan reportado detenidos y tampoco se haya dado a conocer información sobre los hechos. Lamentablemente este hecho no es un caso “atípico” como lo consideró la secretaria de seguridad Rosa Isela Rodríguez, sino una realidad frecuente pero silenciada en algunas zonas del estado y recurrente en algunas zonas del país donde las cifras están ahí para evidenciarlo. Es importante reconocer que el tráfico de migrantes es un negocio fructífero para las organizaciones delictivas y no existen hasta hoy estrategias efectivas que lo impidan. Que hay que celebrar la buena noticia de la aparición con vida de estos migrantes por supuesto, pero la pregunta queda en el aire… ¿Qué se está haciendo para que estos eventos no ocurran? ¿Qué protocolos de vigilancia y protección al migrante están en operación en la zona…? Aplicar inteligencia implica prevenir que estos eventos ocurran, que no se nos olvide.