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Opinión

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Día de Muertos

Estamos hablando de un día especial, en el que la gente gasta y muchos hacen muy buen negocio, posiblemente sin pagar impuestos.

Hay muchas tradiciones que no han cambiado y posiblemente no cambiarán por mucho tiempo, como esta de recordar a los difuntos en su día y en algunos casos celebrarlos como si siguieran vivos entre nosotros. No importa que digan los ortodoxos que los mejores homenajes deben ser en vida, en algunas familias cierto personaje es tratado con reservas mientras vive, pero cuando muere todo mundo suelta el llanto y se desvive por homenajearlo y hablar maravillas de su vida y de su obra. En fin, así es una muy buena parte de nuestra sociedad mexicana, que sigue atiborrando los panteones y los templos para recordar y homenajear a sus muertos.

Como toda tradición, ésta implica gastos para los preparativos y arreglos y ni qué decir de todos aquellos que aprovechan cuando el día feriado es viernes o lunes, porque entonces existe consenso de que un buen fin de semana en alguna playa, o simplemente para visitar parientes, no le cae mal a nadie. El caso es que las familias gastan, como en todo, de acuerdo con sus ingresos, aunque sumando los gastos suele ser un día importante para una buena gama de negocios y actividades económicas. Empezando quizá por las personas que laboran en los panteones, que ese día invitan a algunos familiares y amigos para que les echen una mano para atender a los miles de visitantes que solicitan una limpieza de la tumba de sus difuntos, o simplemente que les ayuden a llevar agua, rellenar los floreros y ayudar a hacer los arreglos. Luego los dejan solos para que recuerden en santa paz a sus difuntos y les dediquen algunos rezos.

Están también los vendedores de flores, que en esos días no son simplemente los establecimientos fijos, sino que un buen número de ambulantes se suman a la oferta y como si estuviéramos en la reventa del estadio previo al clásico, temprano por la mañana las flores están carísimas y conforme avanza el día se abaratan, a efecto de no volver a casa con inventarios no vendidos. Le siguen los fabricantes y expendedores de dulces tradicionales, entre ellos las famosas calaveritas y los dulces de calabaza y otros, dependiendo de cada región. A esto sumamos los dulces que se compran en los hogares de zonas urbanas, en donde es muy celebrado el famoso Halloween y pasan los niños con sus disfraces, otra fuente de venta para los fabricantes, pidiendo dulces.

Ya en el interior del hogar todavía hay muchas familias que ponen sus altares de muertos con adornos que adquieren en papelerías o mercados, con veladoras, otra oportunidad de venta, y alimentos que se preparan y se ofrecen a los difuntos, porque eran de sus preferidos.

Por la noche o en el desayuno muchos disfrutan de un delicioso pan de muerto, relleno o normal, lo que significa un día muy especial de cuantiosas ventas para panificadoras y fabricantes de postres, el cual se disfruta con un rico chocolate, elaborado a la manera tradicional, con molinillo y un buen chocolate, que abunda en el país.

De los viajeros ya ni hablamos, porque ya sabemos que los de playa gastan principalmente en el antro, aparte del transporte y algo en alimentación, aunque en los lugares también tradicionales, como por ejemplo Michoacán y Pátzcuaro, siguen asistiendo muchos, desafiando las condiciones y algunos retos que la inseguridad impone. En suma, estamos hablando de un día especial, en el que la gente gasta, sin quejarse y muchos hacen muy buen negocio, posiblemente sin pagar impuestos.

mrodarte@eleconomista.com.mx

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