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Consumo privado e inversión
En el I Trim el PIB creció a una tasa anualizada de 2.4% y se estima que para todo el año sea de alrededor de 1.7 por ciento.
El Inegi dio a conocer la información correspondiente al mes de febrero de dos indicadores importantes: el consumo privado y la inversión fija bruta.
Por lo que toca al consumo, durante febrero creció a una tasa anual de 3.8%, expandiéndose aquel realizado en bienes y servicios de origen nacional en 4.1%, mientras que el realizado en bienes importados aumentó en 4.5 por ciento. Éstas son sin duda buenas cifras que marcan que este renglón de la demanda agregada ha sido, recientemente, la principal fuente de crecimiento. La explicación del incremento experimentado se puede atribuir a dos elementos centrales. El primero es el aumento que se ha observado en el empleo (tanto formal como informal); la tasa de desempleo abierto ha seguido cayendo y se encuentra en sus niveles más bajos desde la crisis del 2009. A esto hay que aunarle una ligera recuperación de los salarios reales de forma tal que entre ambos elementos se ha traducido en una mayor masa salarial.
El segundo es el incremento que han experimentado las remesas, las cuales han crecido a tasas relativamente elevadas (en el primer trimestre de este año aumentaron 8.3% respecto del mismo trimestre del 2016). La ligera expansión de la economía estadounidense, aunado al temor de deportaciones masivas por parte del gobierno de Trump (que inducirían a los migrantes a adelantar e inclusive aumentar sus transferencias a sus familiares en México), se han reflejado en un incremento significativo en el ingreso de las familias de menores ingresos del país, resultando en un mayor consumo.
En cuanto a la inversión fija bruta, hay indicadores encontrados. La inversión total se contrajo en 2.5%, pero aquí es crucial distinguir entre la privada y la pública. Por una parte, lo cual es una buena noticia, la inversión en maquinaria y equipo creció a una tasa anual de 3.7%, mientras que la construcción residencial se expandió a una tasa anual de 5.1 por ciento. La inversión privada va relativamente bien.
Donde está el problema es en la inversión pública. La construcción no residencial, generalmente asociada a inversión pública, se desplomó a una tasa anual de 11.7%, una caída brutal. El imperioso ajuste en las finanzas públicas en un contexto, en el cual el gasto corriente como porcentaje del gasto público total sigue aumentando, (destacando el aumento en los intereses de la deuda pública y pensiones), ha forzado al gobierno a realizar el ajuste en la inversión. Información de la demanda agregada indica que la inversión pública como porcentaje del PIB se encuentra en niveles similares a los registrados a mediados de la década de los 60 del siglo pasado, apenas un poco más de 3 por ciento.
Lo anterior no es buena noticia, dada la complementariedad que existe entre la inversión privada en planta, maquinaria, equipo y la inversión pública en infraestructura, principalmente comunicaciones, transportes y energía eléctrica. El que el sector público no esté invirtiendo en estos rubros afecta negativamente a la inversión privada y, más aún, se constituye como un elemento que inhibirá el crecimiento de la economía hacia el futuro.
Y así, tenemos una economía que avanza a dos velocidades. El resultado neto es obviamente una relativamente baja tasa de crecimiento económico. Durante el primer trimestre el PIB creció a una tasa anualizada de 2.4% y se estima que para todo el año el crecimiento será de alrededor de 1.7%, tasa menor a la del año pasado y claramente insuficiente para abatir significativamente la pobreza.