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Opinión

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Confianza y crecimiento

Lo que hay detrás del indicador es que la población sigue sufriendo los estragos de la crisis; el mercado interno no repunta y el impulso de las exportaciones es cada día más débil.

Quienes siguen regularmente el desempeño de la economía a través de los indicadores periódicos, podrán haber notado que, desde hace un tiempo, la confianza de los productores se ubica por arriba de la confianza de los consumidores. No se trata de nada relacionado con la lucha de clases ni de la explotación del hombre por el hombre; es simplemente una curiosidad, que posiblemente ni quienes publican estos indicadores pudieran explicarnos por qué. Conviene aclarar, antes de proseguir, que estamos hablando del indicador de confianza del consumidor que mide el Inegi, sin normalizarlo a un año base; es decir, tomando la cifra dura que se obtiene. Este indicador pregunta cuál es la opinión de las personas acerca de la situación económica actual, cómo percibe el futuro, tanto en términos de actividad económica como de su empleo, y le pregunta si está en condiciones de adquirir bienes de consumo durable.

En este último componente la situación está bastante mal y por más optimista que el consumidor quiera ser, ya ven que según otra cifra del mismo instituto los mexicanos somos de las personas más felices del planeta, simple y sencillamente no se deciden a comprar bienes de consumo durable. Para ejemplo, ahí está la industria automotriz, que de no ser por las exportaciones, ya andaría haciendo fila en varias secretarías para ver si la añaden al padrón de beneficiarios de algún programa social, ya ven que en eso los últimos tres gobiernos le han dado vuelo a la hilacha, para mantener calmado al pueblo. Como decían los romanos, al pueblo pan y circo; no hay circo, porque a los legisladores del verde les dio por ponerse más puritanos que el santo protector de los animales, cuya fiesta se acerca en esta semana, por lo que podremos ver a varios verdes confesándose, haciendo ayuno y comulgando y de pan, no del partido, sino del alimento, pues ya ven que ahora andan muy activos con la cruzada contra el hambre.

La cuestión es que la confianza del consumidor anda no por los suelos, aunque sí más baja que en las épocas sin crisis. Cuando se presentó la crisis del cierre de Reforma por parte del partido amarillo y negro, liderado por un tipo que se niega a aceptar que nunca va a llegar a Los Pinos, posiblemente ni como invitado, la confianza se vino abajo. Empeoró cuando este partido se negaba a tomar la protesta al candidato ganador y a partir de ahí subió un poco aunque no ha recuperado sus valores previos a las crisis y como crisis no han faltado y seguirán todavía por un rato, seguiremos viendo a los consumidores arrastrar la cobija.

Por cierto que ya entrados en esto de las cifras con movimientos extraños y tomando valores que nadie se explica, qué tal que la federación anuncia que el ejercicio del presupuesto va muy bien y la inversión física crece, aunque en muchos lugares esto no se ve. Dicen algunos que los banqueros están encantados porque los recursos que reciben los estados los tienen guardados en los bancos y no los ejercen, quizás esperando los tiempos electorales, ya ven que como decía un viejo lobo de mar, un Estado pobre es un pobre Estado.

Lo que deberían ver detrás del indicador es que en el fondo la población sigue sufriendo los estragos de la crisis; el mercado interno no repunta y lo poco que crecemos se debe a las exportaciones, aunque su impulso es cada día más débil.

mrodarte@eleconomista.com.mx

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